Enigma (Los Van Vladoisqui)

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quizá conserváramos alguno de esos volantes en casa, y si no, Bueno,
habíamos tomado fotografías, tal vez en alguna se pudiese
vislumbrar el número de teléfono sobre un pendón, algo que nos
indicara una idea de cómo contactarlos. Pero ahora acontecía otra
traba; Emma prefería dormir en el patio antes que pasar la noche en
su habitación. No quería hacerlo e insistió en que le permitiera
quedarse en mi casa, pero mi casa ahora no era precisamente mejor
que la suya. No, si Tom no se dispusiera a aparecer pronto.
“Mi Tom…”
- No sé si mis padres lo permitan - objeté.
- Ellos me conocen desde pequeña. Por favor, Caro, no tengo a
nadie más, solo cuento contigo -
Bueno, ¿qué más da? No había nada que pudiera inventar que evitara
que se hospedara en casa, nada diferente a que compruebe con sus
propios ojos que mi casa, en esos momentos, estaba embrujada
como ella se refirió a la suya también.
Regresamos una vez más para pedir permiso a su madre y recoger
unas cuantas cosas. Por supuesto que su madre inquirió por los
objetos tirados y algunos rotos esparcidos por el suelo, ja, dijo que
había corrido jugando con el perro por la casa y había resbalado; su
madre no parecía muy convencida en lo absoluto, pero Emma se
mantuvo obstinada en su declaración.
El plan era localizar a los caza fantasmas en lo que se hospedaba en
mi casa, después, arreglar una citar en lo que sus padres trabajaban, y,
realizar las sesiones necesarias durante la ausencia de sus padres.
Su madre estaría bien, ya que por una desconocida razón Emma era
la más vulnerable a la presencia. Con precipitación tomó una maleta
y empacó lo suficiente.