Enigma (Los Van Vladoisqui)

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manera distorsionada, ya que no era capaz de conjeturar el tiempo
pretérito gastado con aquella presencia.
Durante un momento leí la distracción en su gesto, fue hasta después
de que se hubiese percatado del entorno que quebró su
concentración. Entonces cerré mis labios y detuve mis palabras para
la darle la oportunidad de explicar lo que advirtió.
- Debo irme, lo siento - con voz suave.
- Tan pronto - comenté.
- Sí - sonrió de lado por la ironía de mi comentario.
- Pero... - recorrí el lugar con los ojos y volví a clavarlos en él, y con
un suspiro en medio pregunté - ¿volverás otra vez? -
- Solo si usted quiere -
- Sí - le sonreí.
- Entonces lo haré - aseguró.
Luego subió las escaleras y no me hallé más que sola en el lugar. No
pasó mucho tiempo para que llegara Bruce, mis primos y mi
hermano y con ello consumara el día.
Todo era más sencillo ahora que pasaba los días en calma.
Me había olvidado de preguntar el día en que lo vería de nuevo. No
sabía nada sobre él, evadió todas mis preguntas al contrario de mí.
De pronto, no lo pude sacar de mi cabeza, lo asociaba como la
respuesta que tanto buscaba.
Eran las cinco de la tarde, la noche llegaba pronto, el fin del día se
presentaba de forma apacible y obscura, serena, y una brisa inquieta
susurraba con un silbido molesto que viajaba en la atmósfera,
advertía que se aproximaba la nieve, copos de nieve que cubrirían el
suelo. Aun así no fue excusa para detener la salida al parque de
diversiones que se planeó con anticipación.
- Parece que caerá nieve. Será mejor que vayan muy abrigados -
advirtió Bruce-; pueden buscarlos en el ropero de esa habitación -
agregó y señaló la habitación en la que dormía Dux y Thomas.
- ¿Y a qué hora vamos a regresar? - Preguntó Dux.
- A las once -
Thomas, Sarah y Michael parecían muy emocionados, de modo que
corrieron a engalanarse con afán. Por mi parte busqué en el ropero el
abrigo que más me acobijara. Encontré uno muy peludo y con