Enigma (Los Van Vladoisqui)

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transmitía. Tenía muchas cosas en que pensar, pero aun así no
digería nada, todo era tan ofusco; ya casi anocheciendo entendí que
allí sentada no encontraría respuestas. Lastimosamente ahí estaba
otra vez el acto de valentía que llegaba a mí de la nada, que se
incrustaba en mi piel, supuse que si el espectro salió de la buhardilla,
probablemente el fantasma anónimo también, parecía la zona con
más actividad, ideé echar solo un vistazo desde afuera de la puerta
sin penetrar a la estancia. Justo en el momento en que todos estaban
ocupados, tan atareados que invariablemente ignorarían mi ausencia
del lugar.
Sigilosa me escabullí por las escaleras hasta el segundo nivel, allí las
escaleras en caracol conducían al acceso de un tercer nivel,
bloqueado por una puerta rústica de madera, el lugar era aprisionado
simplemente por un cerrojo de hierro, lo corrí y abrí la puerta de un
manotazo. Aguardé breves segundos mientras apaciguaba las dudas,
una vez reprimidas, con precaución entré un pie y encendí el
interruptor de luz, pero este echó chispas y se apagó de forma
inmediata; aquello complicó la alusión proyectada. Me volví y bajé
tres escalones, pero en el tercero me atajé, puse en blanco mis
pensamientos cortándole el hilo de vigor al miedo y soslayando la
duda naciente, regresé rápido sin darle tiempo y atravesé el umbral
sin detenerme hasta llegar al centro. Observé cada detalle alrededor,
no había más que trastos viejos, polvo, un olor moribundo y
murciélagos que me produjeron descomunal pavor cuando por el
ruido de mis pasos volaron espantados contra mí y que
posteriormente renunciaron al lugar escapando por el tragaluz.
Comencé a pasearme por el lugar, mis ojos se adaptaron a la
oscuridad y contemplaba con mejoría el entorno. Al espacio lo
colmaban los objetos obsoletos y de antaño, apilados unos sobre
otros, y el paseo me puso delante del tragaluz, desde allí podía ver el
jardín delantero de la casa, y el auto Bruce estacionado. En la escena
emergieron Sarah, Thomas y Dux, con sus ojos cubrían el entorno,
como si estuvieran a la busca de algo. Supe que desde allí mismo nos
habían espiado aquella vez, podía visualizar lo que la presencia capto
aquel día, a nosotros. Y el miedo se incrustó por mi espalda.
Segundos continuos escuché a Dux gritar mi nombre, yo era ese algo