Enigma (Los Van Vladoisqui)

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Condujo sus ojos al suelo tras estar cerca de que la lágrima se
escapase revelando la agonía de sus adentros.
Una vez pensé en el día en que tuviera que marcharse, medité esa
idea por solo unos segundos, lo suficiente como para hacer que mi
corazón diese un brinco, lo suficiente como para pensar que no valía
la pena preocuparme por ello mientras aún estuviese conmigo. Yo le
había dado ese boleto, y ahora era tan egoísta al arrepentirme de eso,
y mi necia y obstinada alma se negaba a entender que nada duraba
para siempre, excepto por este abrumador sentimiento que había
nacido tan irremediable como el hecho de que moriré algún día.
supliqué incompleto.
Lo estoy haciendo por tu bien, para que estés a salvo palabreó
lento.
No podría explicar la sensación que abarcó todo mi cuerpo, de pies a
cabeza; como si de pronto en esas palabras existiese una clave para
comprender la razón oculta. La escena que se había creado en el
subconsciente de un sueño al que mi interés por este me llevó a
concluirlo, como un evento futuro que me aguarda en las penumbras
de un mañana, se estaba perpetrando. Pues aquel no era Tom, ni sus
palabras, era alguien más tras su voz; él que arrastra a las almas a su
destino después de la muerte, la sombra oscura de ultratumba.
El desgarro que sufrió mi bravío, tras la ira que se produjo al
contemplar esa posibilidad, parecía ser un remedio contra aquel
dolor que me rasgaba desde el pecho hasta el vientre, y fue entonces
cuando pude vencer el silencio.
¿A salvo? es él… ¿verdad? Es él quien te está obligando a alejarte
de mi lado acusé con rabia haciendo temblar mis dientes.
No, Azrael no está involucrado en mi decisión. Esto lo estoy
haciendo yo con tono frío.
Estas mintiendo ¿Por qué? Le reclamé.
Jamás te mentiría con voz frígida.
Cuando pronunció esas palabras sus labios temblaron y desfijó sus
ojos incapaces de mirarme a la cara.
Por favor… no soportaré perderte. Por favor, Tom. Me
duele… con voz desgarrada.