Enigma (Los Van Vladoisqui)

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Ese poder presente en el aire lo obligó a soltarme las muñecas; y
enseguida el agua pasó a adquirir una tonalidad negra, negra
profunda.
- ¡Préndelo en fuego! - Gritó Tom.
El agua actuó como combustible, el fuego parecía aceptarlo como a
la gasolina, él no se consumió, sino que se dividió en fragmentos
como un espejo al romperse y las letras escritas sobre la lápida se
fueron borrando. Los descabellados y macabros gritos que liberaba el
demonio me hacían vibrar el tímpano, mis manos tapando mis oídos
no ayudaban, temí quedar sorda. Pero entonces, como si el destino
me sonriera, brotó más magia, así lo consideré, magia; pude tocarlo,
sentir a Tom. Con sus manos tapó el sonido que irrumpía por mis
oídos y con su pecho y brazos cubrió mi cabeza, diría que fue la
experiencia más inusitada vivida, pero le robaría el crédito a lo que
sucedió después.
Su piel era cálida y abrigadora, su respiración golpeaba en mi cabello,
quería que se congelara ese instante y que su contacto con mi piel
viajara eternamente por mis receptores nerviosos, extendiéndose en
todo mi cuerpo; aceleraba con brusquedad mi corazón, apretaba mi
estómago, sonrojaba mis mejillas, electrocutaba mi espalda, hacia
arder a mi cuerpo y sentía choques de corrientes eléctricas en mi
interior.
- ¿Te encuentras bien? - Preguntó con su respiración exaltada.
Me liberó de su abrazo y tomó entre sus manos mi rostro, el azul
cielo de sus ojos brillaba con dulzura.
Con sus delicadas manos sostuvo con ternura mis muñecas
maltratadas, su rostro cambió de expresión, se volvió frío e
inquietado.
- Esto no está bien. Debes ir a que te revise un doctor - con tono
exasperado.
- Estoy bien, de verdad - le aseguré cuando recuperé el aliento.
- Que sea un doctor quien asegure eso -
Yació el silencio, pero solo por unos instantes mientras mi
respiración se controlaba y entonces pudiese hablar.
- ¿Puedo hacer algo? - Pregunté de pronto con rastros aun de
agitación.