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La fortuna de los Rougon - Emile Zola

Historia natural y social de una familia bajo el Segundo Imperio. Y el primer episodio, La fortuna de los Rougon, debe llamarse con su título científico: Los orígenes. ÉMILE ZOLA

Historia natural y social de una familia bajo el Segundo Imperio. Y el primer episodio, La fortuna de los Rougon, debe llamarse con su título científico: Los orígenes.
ÉMILE ZOLA

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<strong>de</strong> su puesto, se ofreció para ponerse al frente <strong>de</strong>l cuerpo <strong>de</strong> reserva.<br />

—Deme —le dijo— la llave <strong>de</strong>l cobertizo don<strong>de</strong> están las armas y las<br />

municiones, y man<strong>de</strong> recado a unos cincuenta <strong>de</strong> nuestros hombres <strong>de</strong><br />

que no se muevan hasta que yo <strong>los</strong> llame.<br />

Sicardot acabó consintiendo en aquellas pru<strong>de</strong>ntes medidas. Le confió la<br />

llave <strong>de</strong>l cobertizo, comprendiendo él mismo la inutilidad presente <strong>de</strong> la<br />

resistencia, aunque queriendo, sin embargo, dar él el pecho.<br />

Durante esta conversación, el marqués murmuró unas palabras con aire<br />

sagaz al oído <strong>de</strong> Félicité. Le daba la enhorabuena sin duda por su lance<br />

imprevisto. <strong>La</strong> anciana no pudo reprimir una leve sonrisa. Y cuando<br />

Sicardot daba un apretón <strong>de</strong> manos a <strong>Rougon</strong> y se disponía a salir:<br />

—¿Nos abandona usted, <strong>de</strong>cididamente? —le preguntó recobrando su aire<br />

trastornado.<br />

—Jamás un viejo soldado <strong>de</strong> Napoleón se <strong>de</strong>jará intimidar por la chusma<br />

—respondió.<br />

Estaba ya en el <strong>de</strong>scansillo, cuando Granoux se abalanzo y le gritó:<br />

—Si va usted al ayuntamiento, prevenga al alcal<strong>de</strong> <strong>de</strong> lo que ocurre. Yo<br />

corro a casa, para tranquilizar a mi mujer.<br />

Félicité se había arrimado a su vez al oído <strong>de</strong>l marqués, murmurando con<br />

discreta alegría:<br />

—¡A fe mía!, prefiero que ese diablo <strong>de</strong>l comandante vaya a que le<br />

arresten. Tiene <strong>de</strong>masiado celo.<br />

Mientras tanto <strong>Rougon</strong> había vuelto a llevar a Granoux al salón. Roudier,<br />

que, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> su rincón, seguía silenciosamente la escena, apoyando con<br />

signos enérgicos las propuestas <strong>de</strong> medidas pru<strong>de</strong>ntes, se reunió con<br />

el<strong>los</strong>. Cuando el marqués y Vuillet se hubieron levantado igualmente:<br />

—Ahora que estamos so<strong>los</strong> —dijo Pierre—, entre gente pacífica, les<br />

propongo que nos escondamos, con el fin <strong>de</strong> evitar una <strong>de</strong>tención segura,<br />

y <strong>de</strong> estar en libertad cuando volvamos a ser <strong>los</strong> más fuertes. Granoux<br />

estuvo a punto <strong>de</strong> abrazarlo, Roudier y Vuillet respiraron más a sus anchas.<br />

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