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La fortuna de los Rougon - Emile Zola

Historia natural y social de una familia bajo el Segundo Imperio. Y el primer episodio, La fortuna de los Rougon, debe llamarse con su título científico: Los orígenes. ÉMILE ZOLA

Historia natural y social de una familia bajo el Segundo Imperio. Y el primer episodio, La fortuna de los Rougon, debe llamarse con su título científico: Los orígenes.
ÉMILE ZOLA

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nuevo con<strong>de</strong>nada al exilio, él se valía por varios, hacía propaganda,<br />

reclutaba fieles. Fue un arma cuya empuñadura sostenía una mano<br />

invisible. A partir <strong>de</strong> entonces, sus visitas a <strong>los</strong> <strong>Rougon</strong> se hicieron<br />

cotidianas. Necesitaba un centro <strong>de</strong> operaciones. Como su pariente, el<br />

señor <strong>de</strong> Valqueyras, le había prohibido introducir a <strong>los</strong> afiliados en su<br />

resi<strong>de</strong>ncia, había escogido el salón amarillo <strong>de</strong> Félicité. Por lo <strong>de</strong>más, no<br />

tardó en encontrar en Pierre una valiosa ayuda. Él no podía ir en persona<br />

a predicar la causa <strong>de</strong> la legitimidad a <strong>los</strong> pequeños <strong>de</strong>tallistas y a <strong>los</strong><br />

obreros <strong>de</strong>l barrio viejo; lo habrían abucheado. Pierre, en cambio, que<br />

había vivido en medio <strong>de</strong> aquella gente, hablaba su lengua, conocía sus<br />

necesida<strong>de</strong>s, conseguía catequizar<strong>los</strong> a la chita callando. Se convirtió así<br />

en el hombre indispensable. En menos <strong>de</strong> quince días, <strong>los</strong> <strong>Rougon</strong> fueron<br />

más papistas que el Papa. El marqués, viendo el celo <strong>de</strong> Pierre, se había<br />

disimulado hábilmente <strong>de</strong>trás <strong>de</strong> él. ¿A santo <strong>de</strong> qué ponerse en evi<strong>de</strong>ncia<br />

cuando un hombre <strong>de</strong> fuertes espaldas acce<strong>de</strong> a cargar con todas las<br />

tonterías <strong>de</strong> un partido? Dejó a Pierre pavonearse, hincharse <strong>de</strong><br />

importancia, hablar como amo, contentándose con retenerlo o con lanzarlo<br />

hacia <strong>de</strong>lante, según las necesida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> la causa. Así el ex comerciante<br />

<strong>de</strong> aceite fue pronto un personaje. Por la noche, cuando se encontraban<br />

so<strong>los</strong>, Félicité le <strong>de</strong>cía:<br />

—A<strong>de</strong>lante, no temas nada. Estamos en el buen camino. Si esto continúa,<br />

seremos ricos, tendremos un salón como el <strong>de</strong>l recaudador, y daremos<br />

fiestas.<br />

Se había formado en casa <strong>de</strong> <strong>los</strong> <strong>Rougon</strong> un núcleo <strong>de</strong> conservadores que<br />

se reunían todas las tar<strong>de</strong>s en el salón amarillo para <strong>de</strong>spotricar contra la<br />

República.<br />

Había allí tres o cuatro negociantes retirados que temblaban por sus<br />

rentas, y que exigían <strong>de</strong> todo corazón un gobierno pru<strong>de</strong>nte y fuerte. Un ex<br />

comerciante <strong>de</strong> almendras, concejal <strong>de</strong>l ayuntamiento, Isidore Granoux,<br />

era como el jefe <strong>de</strong> ese grupo. Su boca <strong>de</strong> hocico <strong>de</strong> liebre, hendida a<br />

cinco o seis centímetros <strong>de</strong> la nariz, sus ojos redondos, su pinta a la vez<br />

satisfecha y atontada, le asemejaban a un ganso cebado que digiere entre<br />

un saludable temor al cocinero. Hablaba poco, pues no podía encontrar las<br />

palabras; sólo escuchaba cuando se acusaba a <strong>los</strong> republicanos <strong>de</strong> querer<br />

saquear las casas <strong>de</strong> <strong>los</strong> ricos, contentándose entonces con ponerse rojo<br />

hasta que temían una apoplejía, y con murmurar invectivas sordas, en<br />

medio <strong>de</strong> las cuales reaparecían las palabras «holgazanes, criminales,<br />

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