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La fortuna de los Rougon - Emile Zola

Historia natural y social de una familia bajo el Segundo Imperio. Y el primer episodio, La fortuna de los Rougon, debe llamarse con su título científico: Los orígenes. ÉMILE ZOLA

Historia natural y social de una familia bajo el Segundo Imperio. Y el primer episodio, La fortuna de los Rougon, debe llamarse con su título científico: Los orígenes.
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pareja prosperaban. Antoine, recibido muy fríamente, se apresuró a tomar<br />

<strong>de</strong> nuevo la diligencia. Pero, antes <strong>de</strong> marchar, quiso vengarse <strong>de</strong>l secreto<br />

<strong>de</strong>sprecio que leía en las miradas <strong>de</strong>l obrero; como su hermana le había<br />

parecido pálida y agobiada, tuvo la taimada crueldad <strong>de</strong> <strong>de</strong>cirle al marido,<br />

al alejarse:<br />

—Tenga cuidado, mi hermana siempre ha sido muy enclenque, y la he<br />

encontrado muy cambiada; podría usted per<strong>de</strong>rla.<br />

<strong>La</strong>s lágrimas que subieron a <strong>los</strong> ojos <strong>de</strong> Mouret le probaban que había<br />

puesto el <strong>de</strong>do en una llaga sangrante. Por eso aquel<strong>los</strong> obreros hacían<br />

excesivo alar<strong>de</strong> <strong>de</strong> felicidad.<br />

Cuando regresó a Plassans, la certeza <strong>de</strong> que tenía las manos atadas<br />

volvió a Antoine aún más amenazador. Durante un mes, sólo se le vio a él<br />

por la ciudad. Recorría las calles, contando su historia a quien quería oírla.<br />

Cuando conseguía que su madre le diera una pieza <strong>de</strong> un franco, iba a<br />

bebérsela a alguna taberna, y allí gritaba muy alto que su hermano era un<br />

canalla que pronto tendría noticias suyas. En semejantes lugares, la dulce<br />

fraternidad que reina entre borrachos le proporcionaba un auditorio<br />

simpático; todos <strong>los</strong> granujas <strong>de</strong> la ciudad abrazaban su causa; había<br />

invectivas sin fin contra ese bribón <strong>de</strong> <strong>Rougon</strong> que <strong>de</strong>jaba sin pan a un<br />

valiente soldado, y la sesión terminaba <strong>de</strong> ordinario con la con<strong>de</strong>na<br />

general <strong>de</strong> todos <strong>los</strong> ricos. Antoine, por un refinamiento <strong>de</strong> venganza,<br />

continuaba paseándose con su quepis, su pantalón <strong>de</strong> or<strong>de</strong>nanza y su<br />

vieja chaqueta <strong>de</strong> terciopelo amarillo, aunque su madre se había ofrecido a<br />

comprarle ropa más <strong>de</strong>cente. Exhibía sus andrajos, <strong>los</strong> <strong>de</strong>splegaba el<br />

domingo, en pleno paseo Sauvaire.<br />

Uno <strong>de</strong> sus goces más <strong>de</strong>licados consistió en pasar diez veces al día<br />

<strong>de</strong>lante <strong>de</strong> la tienda <strong>de</strong> Pierre. Agrandaba <strong>los</strong> agujeros <strong>de</strong> la chaqueta con<br />

<strong>los</strong> <strong>de</strong>dos, aflojaba el paso, se ponía a veces a charlar <strong>de</strong>lante <strong>de</strong> la<br />

puerta, para quedarse más tiempo en la calle. Esos días, se llevaba a<br />

algún borracho amigo suyo, que le servía <strong>de</strong> compadre; le contaba el robo<br />

<strong>de</strong> <strong>los</strong> cincuenta mil francos, acompañando el relato <strong>de</strong> insultos y<br />

amenazas, en voz alta, para que toda la calle lo oyera, y que sus<br />

palabrotas llegasen a su <strong>de</strong>stino, hasta el fondo <strong>de</strong> la tienda.<br />

—Acabará por venir a mendigar <strong>de</strong>lante <strong>de</strong> nuestra casa —dijo Félicité,<br />

<strong>de</strong>sesperada.<br />

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