04.01.2019 Views

La fortuna de los Rougon - Emile Zola

Historia natural y social de una familia bajo el Segundo Imperio. Y el primer episodio, La fortuna de los Rougon, debe llamarse con su título científico: Los orígenes. ÉMILE ZOLA

Historia natural y social de una familia bajo el Segundo Imperio. Y el primer episodio, La fortuna de los Rougon, debe llamarse con su título científico: Los orígenes.
ÉMILE ZOLA

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

para <strong>de</strong>cir que no resistiría mucho tiempo la menor fatiga. En el momento<br />

en que su sobrino iba a retirarse, le pidió prestados diez francos. Vivió un<br />

mes, llevando uno por uno a un pren<strong>de</strong>ro las prendas viejas <strong>de</strong> sus hijos,<br />

vendiendo igualmente poco a poco todos <strong>los</strong> objetos menudos <strong>de</strong> la casa.<br />

Pronto no tuvo sino una mesa, una silla, su cama y la ropa que llevaba.<br />

Acabó incluso por sustituir la cama <strong>de</strong> nogal por un simple catre <strong>de</strong> tijera.<br />

Cuando agotó todos <strong>los</strong> recursos, llorando <strong>de</strong> rabia, con la pali<strong>de</strong>z salvaje<br />

<strong>de</strong> un hombre que se resigna al suicidio, fue a buscar el paquete <strong>de</strong><br />

mimbre olvidado en un rincón <strong>de</strong>s<strong>de</strong> hacía un cuarto <strong>de</strong> siglo. Al cogerlo, le<br />

pareció levantar una montaña. Y se puso <strong>de</strong> nuevo a trenzar cestas y<br />

canastas, acusando al género humano <strong>de</strong> su abandono. Fue entonces,<br />

sobre todo, cuando habló <strong>de</strong>l reparto <strong>de</strong> <strong>los</strong> ricos. Se mostró terrible.<br />

Inflamaba con sus discursos el cafetín, don<strong>de</strong> sus miradas furibundas le<br />

aseguraban un crédito ilimitado. A<strong>de</strong>más, sólo trabajaba cuando no había<br />

podido arrancarle una moneda <strong>de</strong> cinco francos a Silvère o a un<br />

compañero. Ya no fue el «señor» Macquart, ese obrero afeitado y<br />

endomingado todos <strong>los</strong> días, que jugaba al burgués; volvió a ser el pobre<br />

diablo sucio que había especulado en tiempos con sus andrajos. Ahora<br />

que aparecía en casi todos <strong>los</strong> mercados para ven<strong>de</strong>r sus cestas, Félicité<br />

ya no se atrevía a ir a la compra. Él le hizo una vez una escena atroz. Su<br />

odio a <strong>los</strong> <strong>Rougon</strong> crecía con su miseria. Juraba, profiriendo espantosas<br />

amenazas, que se tomaría la justicia por su mano, ya que <strong>los</strong> ricos se<br />

ponían <strong>de</strong> acuerdo para obligarlo a trabajar.<br />

En esta disposición <strong>de</strong> ánimo, acogió el golpe <strong>de</strong> Estado con la alegría<br />

entusiasta y ruidosa <strong>de</strong> un perro que olfatea el encarne. Los pocos<br />

liberales honorables <strong>de</strong> la ciudad no habían podido enten<strong>de</strong>rse y se<br />

mantenían al margen, por lo que se encontró, naturalmente, como uno <strong>de</strong><br />

<strong>los</strong> agentes <strong>de</strong> primer plano <strong>de</strong> la insurrección. Los obreros, pese a la<br />

opinión <strong>de</strong>plorable que habían acabado por hacerse <strong>de</strong> aquel perezoso,<br />

tenían que tomarlo en esa ocasión como ban<strong>de</strong>ra <strong>de</strong> enganche. Pero <strong>los</strong><br />

primeros días, como la ciudad seguía pacífica, Macquart creyó<br />

<strong>de</strong>sbaratados sus planes. Sólo ante la noticia <strong>de</strong> la sublevación <strong>de</strong>l campo<br />

volvió a concebir esperanzas. Por nada <strong>de</strong>l mundo habría salido <strong>de</strong><br />

Plassans; así que inventó un pretexto para no seguir a <strong>los</strong> obreros, que se<br />

fueron el domingo por la mañana a reunirse con la tropa insurrecta <strong>de</strong> <strong>La</strong><br />

Palud y <strong>de</strong> Saint-Martin-<strong>de</strong>-Vaulx. <strong>La</strong> tar<strong>de</strong> <strong>de</strong> ese mismo día estaba con<br />

algunos fieles en un cafetín <strong>de</strong> mala muerte <strong>de</strong>l barrio viejo, cuando un<br />

camarada acudió a avisar<strong>los</strong> <strong>de</strong> que <strong>los</strong> insurgentes se encontraban a<br />

unos kilómetros <strong>de</strong> Plassans. Esta noticia acababa <strong>de</strong> ser traída por una<br />

141

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!