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La fortuna de los Rougon - Emile Zola

Historia natural y social de una familia bajo el Segundo Imperio. Y el primer episodio, La fortuna de los Rougon, debe llamarse con su título científico: Los orígenes. ÉMILE ZOLA

Historia natural y social de una familia bajo el Segundo Imperio. Y el primer episodio, La fortuna de los Rougon, debe llamarse con su título científico: Los orígenes.
ÉMILE ZOLA

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nuevo… No quiero… Despí<strong>de</strong><strong>los</strong>, diles que no quiero, que me hacen daño,<br />

clavando así sus miradas sobre mí… —Y se volvió hacia la pared, para no<br />

ver a la gente <strong>de</strong> la que hablaba. Al cabo <strong>de</strong> un silencio—: Tú estás junto a<br />

mí, ¿verdad, hijo mío? —continuó—. No tienes que abandonarme… He<br />

creído que iba a morir hace un momento… Nos equivocamos al horadar el<br />

muro. Des<strong>de</strong> ese día he subido. Sabía perfectamente que esa puerta nos<br />

volvería a traer <strong>de</strong>sgracias… ¡Ah, queridos inocentes, cuántas lágrimas!<br />

Los matarán, a el<strong>los</strong> también, a disparos, como a perros. —Caía <strong>de</strong> nuevo<br />

en su estado <strong>de</strong> catalepsia, ni siquiera sabía que Silvère estaba allí.<br />

Bruscamente se en<strong>de</strong>rezó, miró al pie <strong>de</strong> la cama, con una horrible<br />

expresión <strong>de</strong> terror—. ¿Por qué no <strong>los</strong> has <strong>de</strong>spedido? —gritó, ocultando<br />

su cabeza cana en el pecho <strong>de</strong>l joven—. Siguen ahí. El que tiene el fusil<br />

me hace señas <strong>de</strong> que va a disparar…<br />

Poco <strong>de</strong>spués se durmió con el pesado sueño que remataba las crisis. Al<br />

día siguiente parecía haberlo olvidado todo. Jamás habló con Silvère <strong>de</strong> la<br />

mañana en que lo había encontrado con una enamorada tras el muro.<br />

Los jóvenes estuvieron dos días sin verse. Cuando Miette se atrevió a<br />

volver al pozo, se prometieron no cometer <strong>de</strong> nuevo el <strong>de</strong>satino <strong>de</strong> la<br />

antevíspera. Sin embargo, su entrevista, tan bruscamente cortada, les<br />

había inspirado un vivo <strong>de</strong>seo <strong>de</strong> encontrarse a solas en el fondo <strong>de</strong><br />

cualquier dichosa soledad. Cansados <strong>de</strong> las alegrías que el pozo les<br />

ofrecía, y no queriendo apenar a tía Di<strong>de</strong>, al volver a ver a Miette <strong>de</strong>l otro<br />

lado <strong>de</strong>l muro Silvère suplicó a la niña que lo citara en otra parte. Ella no<br />

se hizo rogar, por lo <strong>de</strong>más; aceptó la i<strong>de</strong>a con risas satisfechas <strong>de</strong><br />

chiquilla que no piensa aún en el mal; lo que la hacía reír era la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong><br />

que iba a vencer en agu<strong>de</strong>za a aquel espía <strong>de</strong> Justin. Cuando <strong>los</strong><br />

enamorados estuvieron <strong>de</strong> acuerdo, discutieron durante mucho tiempo la<br />

elección <strong>de</strong> un lugar don<strong>de</strong> encontrarse. Silvère propuso escondites<br />

imposibles; soñaba con hacer auténticos viajes, o bien con reunirse con la<br />

joven, a media noche, en <strong>los</strong> graneros <strong>de</strong>l Jas-Meiffren. Miette, más<br />

práctica, se encogió <strong>de</strong> hombros, <strong>de</strong>clarando que buscaría algo a su vez.<br />

Al día siguiente sólo se quedó un minuto en el pozo, el tiempo <strong>de</strong> sonreírle<br />

a Silvère y <strong>de</strong> <strong>de</strong>cirle que se encontrara por la noche, hacia las diez, al<br />

fondo <strong>de</strong>l ejido <strong>de</strong> San Mittre. ¡Imaginémonos si el joven fue puntual! Todo<br />

el día lo había intrigado mucho la elección <strong>de</strong> Miette. Su curiosidad<br />

aumentó cuando se hubo metido por la estrecha vereda que las pilas <strong>de</strong><br />

tablas formaban al fondo <strong>de</strong>l terreno. «Vendrá por ahí», se <strong>de</strong>cía mirando<br />

hacia el lado <strong>de</strong> la carretera <strong>de</strong> Niza. Luego oyó un gran ruido <strong>de</strong> ramas<br />

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