La fortuna de los Rougon - Emile Zola
Historia natural y social de una familia bajo el Segundo Imperio. Y el primer episodio, La fortuna de los Rougon, debe llamarse con su título científico: Los orígenes. ÉMILE ZOLA
Historia natural y social de una familia bajo el Segundo Imperio. Y el primer episodio, La fortuna de los Rougon, debe llamarse con su título científico: Los orígenes.
ÉMILE ZOLA
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que tar<strong>de</strong> o temprano haría volver a <strong>los</strong> Borbones; aunque sus esperanzas<br />
estuvieran singularmente quebrantadas, no por ello <strong>de</strong>jaron <strong>de</strong> entablar la<br />
lucha, escandalizados por la <strong>de</strong>fección <strong>de</strong> sus antiguos fieles y<br />
esforzándose por atraérse<strong>los</strong> <strong>de</strong> nuevo. El barrio <strong>de</strong> San Marcos, ayudado<br />
por todas las parroquias, puso manos a la obra. En la burguesía, y sobre<br />
todo en el pueblo, el entusiasmo fue gran<strong>de</strong> inmediatamente <strong>de</strong>spués <strong>de</strong><br />
las jornadas <strong>de</strong> febrero; aquel<strong>los</strong> aprendices <strong>de</strong> republicanos tenían prisa<br />
por gastar su fiebre revolucionaria. Mas para <strong>los</strong> rentistas <strong>de</strong> la ciudad<br />
nueva, aquel hermoso fuego tuvo el brillo y la duración <strong>de</strong> un fuego <strong>de</strong><br />
paja. Los pequeños propietarios, <strong>los</strong> comerciantes retirados, <strong>los</strong> que<br />
habían dormido a pierna suelta o redon<strong>de</strong>ado sus <strong>fortuna</strong>s bajo la<br />
monarquía, se vieron pronto asaltados por el pánico; la república, con su<br />
vida <strong>de</strong> sacudidas, hizo que temblaran por sus cajas y por su cara<br />
existencia <strong>de</strong> egoístas. Por ello, cuando se <strong>de</strong>claró la reacción clerical <strong>de</strong><br />
1849, casi toda la burguesía <strong>de</strong> Plassans se pasó al partido conservador.<br />
Fue recibida con <strong>los</strong> brazos abiertos. Jamás la ciudad nueva había<br />
mantenido relaciones tan estrechas con el barrio <strong>de</strong> San Marcos; ciertos<br />
nobles hasta llegaron a darles la mano a abogados y a ex comerciantes <strong>de</strong><br />
aceite. Esta familiaridad inesperada entusiasmó al barrio nuevo, que<br />
entabló, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> entonces, una encarnizada guerra contra el gobierno<br />
republicano. Para estimular tal acercamiento, el clero tuvo que gastar<br />
tesoros <strong>de</strong> habilidad y paciencia. En el fondo, la nobleza <strong>de</strong> Plassans se<br />
encontraba sumida, como una moribunda, en una invencible postración;<br />
conservaba la fe, pero estaba aquejada <strong>de</strong>l sueño <strong>de</strong> la tierra, prefería no<br />
actuar, <strong>de</strong>jar obrar al Cielo; <strong>de</strong> buena gana habría protestado con su mero<br />
silencio, sintiendo acaso vagamente que sus dioses estaban muertos y<br />
que lo único que le cabía era reunirse con el<strong>los</strong>. Incluso en esa época <strong>de</strong><br />
trastornos, cuando la catástrofe <strong>de</strong> 1848 pudo darle por un instante<br />
esperanzas <strong>de</strong>l regreso <strong>de</strong> <strong>los</strong> Borbones, se mostró embotada, indiferente,<br />
hablando <strong>de</strong> arrojarse a la refriega y no abandonando sino a<br />
regañadientes su rincón junto al fuego. El clero combatió sin <strong>de</strong>scanso ese<br />
sentimiento <strong>de</strong> impotencia y <strong>de</strong> resignación. Puso en ello una especie <strong>de</strong><br />
pasión. Un sacerdote, cuando está <strong>de</strong>sesperado, lucha más duramente;<br />
toda la política <strong>de</strong> la Iglesia consiste en seguir su camino, sea como sea,<br />
relegando el éxito <strong>de</strong> sus proyectos a varios sig<strong>los</strong> <strong>de</strong>spués, si es<br />
necesario, pero sin per<strong>de</strong>r una hora, lanzándose siempre hacia <strong>de</strong>lante,<br />
con un esfuerzo continuo. Fue, pues, el clero el que, en Plassans, dirigió a<br />
la reacción. <strong>La</strong> nobleza fue su testaferro, sin más; se ocultó tras ella, la<br />
reprendió, la dirigió, consiguió incluso <strong>de</strong>volverle una vida ficticia. Cuando<br />
la hubo inducido a vencer su repugnancia hasta el punto <strong>de</strong> hacer causa<br />
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