La fortuna de los Rougon - Emile Zola
Historia natural y social de una familia bajo el Segundo Imperio. Y el primer episodio, La fortuna de los Rougon, debe llamarse con su título científico: Los orígenes. ÉMILE ZOLA
Historia natural y social de una familia bajo el Segundo Imperio. Y el primer episodio, La fortuna de los Rougon, debe llamarse con su título científico: Los orígenes.
ÉMILE ZOLA
- TAGS
- literatura-francesa
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
—¿Me ha entendido bien, padre? Ahí está nuestra <strong>fortuna</strong>. Hay que<br />
trabajar con todas nuestras fuerzas, en ese sentido. Tenga fe en mí.<br />
—Seguiré fielmente tus instrucciones —respondió <strong>Rougon</strong>—. Sólo que no<br />
olvi<strong>de</strong>s lo que te he pedido en premio a mis esfuerzos.<br />
—Si tenemos éxito, sus <strong>de</strong>seos serán satisfechos, se lo juro. A<strong>de</strong>más, le<br />
escribiré, le guiaré, según el sesgo que tomen <strong>los</strong> acontecimientos. Nada<br />
<strong>de</strong> pánicos ni <strong>de</strong> entusiasmos. Obedézcame ciegamente.<br />
—¿Qué habéis estado conspirando? —preguntó curiosamente Felicité.<br />
—Querida madre —respondió Eugène con una sonrisa—, ha <strong>de</strong>sconfiado<br />
<strong>de</strong>masiado <strong>de</strong> mí para que le confíe ahora mis esperanzas, que sólo<br />
<strong>de</strong>scansan aún en cálcu<strong>los</strong> <strong>de</strong> probabilida<strong>de</strong>s. Necesitará fe para<br />
enten<strong>de</strong>rme. Por otra parte, mi padre la informará, cuando llegue la hora.<br />
—Y como Félicité adoptaba la actitud <strong>de</strong> una mujer picada, le añadió al<br />
oído, besándola <strong>de</strong> nuevo—. Tengo mucho <strong>de</strong> ti, aunque hayas renegado<br />
<strong>de</strong> mí. Demasiada inteligencia sería perjudicial en este momento. Cuando<br />
la crisis llegue, tú <strong>de</strong>berás dirigir el asunto. —Se marchó; luego volvió a<br />
abrir la puerta, y dijo aún con voz imperiosa—: Y, sobre todo, <strong>de</strong>sconfíen<br />
<strong>de</strong> Aristi<strong>de</strong>, es un liante que lo estropearía todo. Lo he estudiado lo<br />
bastante para estar seguro <strong>de</strong> que siempre se saldrá con la suya. No se<br />
compa<strong>de</strong>zcan <strong>de</strong> él, porque, si hacemos <strong>fortuna</strong>, sabrá robarnos su parte.<br />
Cuando Eugène se hubo marchado, Felicité intentó calar en el secreto que<br />
le ocultaban. Conocía <strong>de</strong>masiado a su marido para interrogado<br />
abiertamente; le habría respondido con cólera que el asunto no iba con<br />
ella. Pero, a pesar <strong>de</strong> la sabia táctica que <strong>de</strong>splegó, no se enteró<br />
absolutamente <strong>de</strong> nada. Eugène, en aquellas horas confusas en las que<br />
era necesaria la mayor discreción, había elegido bien a su confi<strong>de</strong>nte.<br />
Pierre, halagado por la confianza <strong>de</strong> su hijo, exageró aún más la pasiva<br />
pesa<strong>de</strong>z que hacía <strong>de</strong> él una mole seria e impenetrable. Cuando Félicité<br />
hubo comprendido que no sabría nada, <strong>de</strong>jó <strong>de</strong> dar vueltas a su alre<strong>de</strong>dor.<br />
Sólo le quedó una curiosidad, la más aguda: <strong>los</strong> dos hombres habían<br />
hablado <strong>de</strong> un premio estipulado por el propio Pierre. ¿Cuál podría ser ese<br />
premio? Eso era lo que más interesaba a Félicité, que se reía por completo<br />
<strong>de</strong> las cuestiones políticas. Sabía que su marido había <strong>de</strong>bido <strong>de</strong> ven<strong>de</strong>rse<br />
caro, pero se consumía por conocer la naturaleza <strong>de</strong>l trato. Una noche,<br />
viendo a Pierre <strong>de</strong> buen humor, cuando acababan <strong>de</strong> meterse en la cama,<br />
llevó la conversación a las molestias <strong>de</strong> su pobreza.<br />
79