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La fortuna de los Rougon - Emile Zola

Historia natural y social de una familia bajo el Segundo Imperio. Y el primer episodio, La fortuna de los Rougon, debe llamarse con su título científico: Los orígenes. ÉMILE ZOLA

Historia natural y social de una familia bajo el Segundo Imperio. Y el primer episodio, La fortuna de los Rougon, debe llamarse con su título científico: Los orígenes.
ÉMILE ZOLA

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incluso a la larga el alboroto <strong>de</strong> aquel<strong>los</strong> granujas le resultó necesario para<br />

llenar el vacío <strong>de</strong> su cerebro. Sonreía dulcemente cuando oía <strong>de</strong>cir: «Sus<br />

hijos le pegarán, y le estará bien empleado». Su aire indiferente parecía<br />

respon<strong>de</strong>r a todo: «¡Qué más da!». Se ocupaba <strong>de</strong> su hacienda aún<br />

menos que <strong>de</strong> <strong>los</strong> niños. El cercado <strong>de</strong> <strong>los</strong> Fouque se habría convertido en<br />

un baldío, durante <strong>los</strong> largos años que duró esta singular existencia, <strong>de</strong> no<br />

haber tenido la joven la buena suerte <strong>de</strong> confiar el cultivo <strong>de</strong> sus verduras<br />

a un hábil hortelano. Este hombre, que tenía que repartir con ella <strong>los</strong><br />

beneficios, le robaba impunemente, y ella nunca se dio cuenta. Por lo<br />

<strong>de</strong>más, la cosa tuvo un lado bueno: para robarle más, el hortelano sacó el<br />

mayor partido posible <strong>de</strong>l terreno, que casi dobló su valor.<br />

Sea que lo advirtiera un instinto secreto, sea que tuviera ya conciencia <strong>de</strong><br />

la forma diferente en que lo acogía la gente <strong>de</strong> fuera, Pierre, el hijo<br />

legítimo, dominó <strong>de</strong>s<strong>de</strong> muy tierna edad a sus hermanos. En sus peleas, y<br />

aunque era mucho más débil que Antoine, le pegaba como amo. En<br />

cuanto a Ursule, pobre criaturita enclenque y pálida, era golpeada tan<br />

rudamente por uno como por otro. Por lo <strong>de</strong>más, hasta la edad <strong>de</strong> quince o<br />

dieciséis años, <strong>los</strong> tres chiquil<strong>los</strong> se molieron a pa<strong>los</strong> fraternalmente, sin<br />

explicarse su odio vago, sin compren<strong>de</strong>r <strong>de</strong> manera clara cuán ajenos eran<br />

entre sí. Solamente a esa edad se encontraron frente a frente, con una<br />

personalidad consciente y <strong>de</strong>cidida.<br />

A <strong>los</strong> dieciséis años, Antoine era un buen galopín, en quien <strong>los</strong> <strong>de</strong>fectos <strong>de</strong><br />

Macquart y <strong>de</strong> Adélaï<strong>de</strong> se mostraban ya como fundidos. Dominaba<br />

Macquart, sin embargo, con su amor al vagabun<strong>de</strong>o, su ten<strong>de</strong>ncia a la<br />

borrachera, sus arrebatos <strong>de</strong> bestia. Pero, bajo la influencia nerviosa <strong>de</strong><br />

Adélaï<strong>de</strong>, esos vicios, que en el padre tenían una especie <strong>de</strong> franqueza<br />

sanguínea, adoptaban, en el hijo, un disimulo lleno <strong>de</strong> hipocresía y bajeza.<br />

Antoine pertenecía a su madre por una carencia absoluta <strong>de</strong> voluntad<br />

digna, por un egoísmo <strong>de</strong> mujer voluptuosa que le hacía aceptar cualquier<br />

lecho infamante, con tal <strong>de</strong> arrellanarse en él a gusto y dormir al calor. Se<br />

<strong>de</strong>cía <strong>de</strong> él: «¡Ah, qué bandido! Ni siquiera tiene, como Macquart, el valor<br />

<strong>de</strong> sus pillerías; si asesina alguna vez, será a alfilerazos». En lo físico,<br />

Antoine no tenía sino <strong>los</strong> labios carnosos <strong>de</strong> Adélaï<strong>de</strong>; sus otros rasgos<br />

eran <strong>de</strong>l contrabandista, aunque dulcificados, huidizos y cambiantes.<br />

En Ursule, en cambio, predominaba el parecido físico y moral con la joven;<br />

seguía habiendo una mezcla íntima; sólo que la pobre cría, nacida la<br />

segunda, en la hora en que las ternuras <strong>de</strong> Adélaï<strong>de</strong> dominaban sobre el<br />

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