04.01.2019 Views

La fortuna de los Rougon - Emile Zola

Historia natural y social de una familia bajo el Segundo Imperio. Y el primer episodio, La fortuna de los Rougon, debe llamarse con su título científico: Los orígenes. ÉMILE ZOLA

Historia natural y social de una familia bajo el Segundo Imperio. Y el primer episodio, La fortuna de los Rougon, debe llamarse con su título científico: Los orígenes.
ÉMILE ZOLA

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

ibona, y cuando tengo la bondad <strong>de</strong> ten<strong>de</strong>rle la mano en el agujero<br />

don<strong>de</strong> ha cometido la tontería <strong>de</strong> caer se anda con melindres, no quiere<br />

que le salven. ¡Bueno!, pues qué<strong>de</strong>se aquí, espere a que regresen las<br />

autorida<strong>de</strong>s. Yo me lavo las manos.<br />

Estaba ya en la puerta.<br />

—Pero —imploró él—, <strong>de</strong>me algunas explicaciones. No puedo cerrar un<br />

trato con usted sin saber. Des<strong>de</strong> hace dos días ignoro lo que pasa. ¿Cómo<br />

sé yo que no me están robando uste<strong>de</strong>s?<br />

—Mire, es usted un necio —respondió Felicité, a quien este arrebato <strong>de</strong><br />

sinceridad lanzado por Antoine hizo volver sobre sus pasos—. Se<br />

equivoca muy mucho al no ponerse ciegamente <strong>de</strong> nuestra parte. Mil<br />

francos es una linda suma, y no se arriesga sino por una causa ganada.<br />

Acepte, se lo aconsejo.<br />

Él seguía vacilando.<br />

—Pero, cuando tomemos la alcaldía, ¿nos <strong>de</strong>jarán entrar tranquilamente?<br />

—Eso no lo sé —dijo ella con una sonrisa—. A lo mejor hay disparos.<br />

El la miró fijamente.<br />

—¡Eh!, dígame entonces, señora mía —prosiguió con voz ronca—, ¿no<br />

será que tiene la intención <strong>de</strong> hacer que me alojen una bala en la cabeza?<br />

Felicité se ruborizó. Pensaba cabalmente, en efecto, que una bala, durante<br />

el ataque <strong>de</strong> la alcaldía, les haría un gran favor al <strong>de</strong>sembarazar<strong>los</strong> <strong>de</strong><br />

Antoine. Serían mil francos ganados. Por eso se enfadó, murmurando:<br />

—¡Vaya i<strong>de</strong>a!… Verda<strong>de</strong>ramente es atroz tener i<strong>de</strong>as semejantes.<br />

—Después, súbitamente calmada—: ¿Acepta?… ¿Ha entendido, verdad?<br />

Macquart había entendido perfectamente. Era una emboscada lo que le<br />

proponían. No veía ni sus motivos ni sus consecuencias, lo cual lo <strong>de</strong>cidió<br />

a chalanear. Tras haber hablado <strong>de</strong> la República como <strong>de</strong> una amante a la<br />

que le <strong>de</strong>sesperaba no querer ya, señaló <strong>los</strong> riesgos que iba a correr, y<br />

acabó pidiendo dos mil francos. Pero Felicité se las tuvo tiesas. Y<br />

discutieron hasta que ella le prometió procurarle, a su regreso a Francia,<br />

un puesto en el que no tendría nada que hacer y que le produciría mucho.<br />

260

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!