04.01.2019 Views

La fortuna de los Rougon - Emile Zola

Historia natural y social de una familia bajo el Segundo Imperio. Y el primer episodio, La fortuna de los Rougon, debe llamarse con su título científico: Los orígenes. ÉMILE ZOLA

Historia natural y social de una familia bajo el Segundo Imperio. Y el primer episodio, La fortuna de los Rougon, debe llamarse con su título científico: Los orígenes.
ÉMILE ZOLA

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

finos bordones. Un sombrero <strong>de</strong> fieltro flexible, ligeramente echado hacia<br />

atrás, <strong>de</strong>jaba en su frente una raya <strong>de</strong> sombra.<br />

Cuando sonó la media en el reloj vecino, salió sobresaltado <strong>de</strong> su<br />

ensoñación. Al verse blanco <strong>de</strong> luz, miró frente a sí con inquietud. Con un<br />

movimiento brusco se introdujo en las sombras, pero no pudo recobrar el<br />

hilo <strong>de</strong> su ensoñación. Sintió entonces que sus pies y sus manos se<br />

quedaban helados, y le asaltó <strong>de</strong> nuevo la impaciencia. Volvió a subirse<br />

para echar una ojeada al Jas-Meiffren, que seguía silencioso y vacío.<br />

Después, sin saber cómo matar el tiempo, volvió a bajar, cogió su fusil <strong>de</strong><br />

la pila <strong>de</strong> tablas, don<strong>de</strong> lo había escondido, y se entretuvo tabaleando en<br />

él. El arma era una larga y pesada carabina que había pertenecido sin<br />

duda a un contrabandista; por el grosor <strong>de</strong> la culata y la po<strong>de</strong>rosa base <strong>de</strong>l<br />

cañón se reconocía un viejo fusil <strong>de</strong> chispa que un armero <strong>de</strong> la comarca<br />

había transformado en fusil <strong>de</strong> pistón. Carabinas así se ven colgadas en<br />

las granjas, sobre las chimeneas. El joven acariciaba su arma con amor;<br />

bajó el gatillo más <strong>de</strong> veinte veces, introdujo su <strong>de</strong>do meñique en el cañón,<br />

examinó atentamente la culata. Poco a poco, se animó con juvenil<br />

entusiasmo, con el que se mezclaba cierta niñería. Acabó poniéndose la<br />

carabina en la mejilla, apuntando al vacío, como un recluta que hace la<br />

instrucción.<br />

No tardaron en dar las ocho. Conservaba el arma sobre la mejilla <strong>de</strong>s<strong>de</strong><br />

hacía un minuto largo, cuando una voz, leve como un soplo, baja y<br />

ja<strong>de</strong>ante, llegó <strong>de</strong>l Jas-Meiffren.<br />

—¿Estás ahí, Silvère? —preguntó la voz.<br />

Silvère soltó el fusil y, <strong>de</strong> un salto, se encontró en la lápida sepulcral.<br />

—Sí, sí —respondió, ahogando igualmente su voz—: Espera, voy a<br />

ayudarte.<br />

Aún no había alargado <strong>los</strong> brazos cuando una cabeza <strong>de</strong> jovencita<br />

apareció por encima <strong>de</strong> la muralla. <strong>La</strong> niña, con singular agilidad, había<br />

trepado como una joven gata con ayuda <strong>de</strong>l tronco <strong>de</strong> una morera. Por la<br />

seguridad y la soltura <strong>de</strong> sus movimientos, se veía que aquel extraño<br />

camino <strong>de</strong>bía <strong>de</strong> serle familiar. En un abrir y cerrar <strong>de</strong> ojos se encontró<br />

sentada en la albardilla. Entonces Silvère la cogió en sus brazos y la <strong>de</strong>jó<br />

en el banco. Pero ella se <strong>de</strong>batía.<br />

12

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!