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La fortuna de los Rougon - Emile Zola

Historia natural y social de una familia bajo el Segundo Imperio. Y el primer episodio, La fortuna de los Rougon, debe llamarse con su título científico: Los orígenes. ÉMILE ZOLA

Historia natural y social de una familia bajo el Segundo Imperio. Y el primer episodio, La fortuna de los Rougon, debe llamarse con su título científico: Los orígenes.
ÉMILE ZOLA

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—¿Mataste al gendarme con el fusil? —preguntó.<br />

Sin duda Silvère entendió mal o no comprendió.<br />

—Sí —respondió—. Voy a lavarme las manos.<br />

Sólo al regresar <strong>de</strong>l pozo se fijó en su tío. Pierre había oído pali<strong>de</strong>ciendo<br />

las palabras <strong>de</strong>l joven. Realmente, Félicité tenía razón, a su familia le<br />

gustaba comprometerlo. ¡Y ahora uno <strong>de</strong> sus sobrinos mataba gendarmes!<br />

Jamás tendría el puesto <strong>de</strong> recaudador, si no impedía que este loco<br />

furioso se reuniese con <strong>los</strong> insurrectos. Se puso <strong>de</strong>lante <strong>de</strong> la puerta,<br />

<strong>de</strong>cidido a no <strong>de</strong>jarlo salir.<br />

—Escuche —le dijo a Silvère, muy sorprendido <strong>de</strong> encontrarlo allí—, yo<br />

soy el jefe <strong>de</strong> la familia, le prohíbo que salga <strong>de</strong> esta casa. Va en ello su<br />

honor y el nuestro. Mañana trataré <strong>de</strong> hacerle llegar a la frontera.<br />

Silvère se encogió <strong>de</strong> hombros.<br />

—Déjeme pasar —respondió tranquilamente—. No soy un soplón; no daré<br />

a conocer su escondite, esté tranquilo. —Y como <strong>Rougon</strong> continuaba<br />

hablando <strong>de</strong> la dignidad <strong>de</strong> la familia y <strong>de</strong> la autoridad que le confería su<br />

calidad <strong>de</strong> primogénito—: ¿Es que yo soy <strong>de</strong> su familia? —continuó el<br />

joven—. Siempre ha renegado <strong>de</strong> mí… Hoy, el miedo lo ha empujado<br />

hasta aquí, porque sabe que ha llegado el día <strong>de</strong> la justicia. ¡Vamos, paso!<br />

Yo no me escondo, no; tengo un <strong>de</strong>ber que cumplir.<br />

<strong>Rougon</strong> no se movía. Entonces tía Di<strong>de</strong>, que escuchaba las palabras<br />

vehementes <strong>de</strong> Silvère con una especie <strong>de</strong> arrobo, colocó su mano seca<br />

en el brazo <strong>de</strong> su hijo.<br />

—Quítate, Pierre —dijo—, el niño tiene que salir.<br />

El joven empujó ligeramente a su tío y se abalanzó afuera.<br />

<strong>Rougon</strong>, cerrando la puerta con cuidado, dijo a su madre con una voz llena<br />

<strong>de</strong> ira y <strong>de</strong> amenazas:<br />

—Si le ocurre alguna <strong>de</strong>sgracia, será por su culpa… Es usted una vieja<br />

loca, no sabe lo que acaba <strong>de</strong> hacer.<br />

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