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La fortuna de los Rougon - Emile Zola

Historia natural y social de una familia bajo el Segundo Imperio. Y el primer episodio, La fortuna de los Rougon, debe llamarse con su título científico: Los orígenes. ÉMILE ZOLA

Historia natural y social de una familia bajo el Segundo Imperio. Y el primer episodio, La fortuna de los Rougon, debe llamarse con su título científico: Los orígenes.
ÉMILE ZOLA

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El señor Garçonnet, por odio a la República, sentía gran<strong>de</strong>s <strong>de</strong>seos <strong>de</strong><br />

<strong>de</strong>fen<strong>de</strong>rse. Pero era un hombre pru<strong>de</strong>nte que comprendió la inutilidad <strong>de</strong><br />

la lucha, no viendo a su alre<strong>de</strong>dor sino unos cuantos hombres pálidos y<br />

apenas <strong>de</strong>spiertos. <strong>La</strong> <strong>de</strong>liberación no fue larga. Sólo Sicardot se empeñó:<br />

quería batirse, pretendía que veinte hombres bastarían para hacer entrar<br />

en razón a aquel<strong>los</strong> tres mil canallas. El señor Garçonnet se encogió <strong>de</strong><br />

hombros y <strong>de</strong>claró que el único partido era capitular <strong>de</strong> forma honorable.<br />

Como la algarabía <strong>de</strong> la multitud crecía, se dirigió al balcón, adon<strong>de</strong> lo<br />

siguieron todos <strong>los</strong> presentes. Poco a poco se hizo el silencio. Abajo, en la<br />

masa negra y estremecida <strong>de</strong> <strong>los</strong> insurgentes, <strong>los</strong> fusiles y las hoces<br />

relucían al claro <strong>de</strong> luna.<br />

—¿Quiénes sois y qué queréis? —gritó el alcal<strong>de</strong> con voz fuerte.<br />

Entonces un hombre con gabán, un terrateniente <strong>de</strong> <strong>La</strong> Palud, se a<strong>de</strong>lantó:<br />

—Abran la puerta —dijo sin respon<strong>de</strong>r a las preguntas <strong>de</strong>l señor<br />

Garçonnet—. Eviten una lucha fratricida.<br />

—Os or<strong>de</strong>no que os retiréis —prosiguió el alcal<strong>de</strong>—. Protesto en nombre<br />

<strong>de</strong> la ley.<br />

Estas palabras levantaron en la multitud clamores ensor<strong>de</strong>cedores.<br />

Cuando el tumulto se hubo calmado un poco, hasta el balcón ascendieron<br />

vehementes interpelaciones. Algunas voces gritaron:<br />

—¡En nombre <strong>de</strong> la ley hemos venido!<br />

—Su <strong>de</strong>ber, como funcionario, es hacer respetar la ley fundamental <strong>de</strong>l<br />

país, la Constitución, que acaba <strong>de</strong> ser ultrajantemente violada.<br />

—¡Viva la Constitución! ¡Viva la República!<br />

Y como el señor Garçonnet intentaba hacerse oír y seguía invocando su<br />

calidad <strong>de</strong> funcionario, el terrateniente <strong>de</strong> <strong>La</strong> Palud, que se había quedado<br />

<strong>de</strong>bajo <strong>de</strong>l balcón, le interrumpió con gran energía.<br />

—Usted ya no es —dijo— más que el funcionario <strong>de</strong> un funcionario<br />

<strong>de</strong>puesto; nosotros venimos a relevarle <strong>de</strong> sus funciones.<br />

Hasta entonces el comandante Sicardot se había mordido ferozmente <strong>los</strong><br />

bigotes, mascando sordos insultos. <strong>La</strong> visión <strong>de</strong> <strong>los</strong> pa<strong>los</strong> y <strong>de</strong> las hoces lo<br />

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