04.01.2019 Views

La fortuna de los Rougon - Emile Zola

Historia natural y social de una familia bajo el Segundo Imperio. Y el primer episodio, La fortuna de los Rougon, debe llamarse con su título científico: Los orígenes. ÉMILE ZOLA

Historia natural y social de una familia bajo el Segundo Imperio. Y el primer episodio, La fortuna de los Rougon, debe llamarse con su título científico: Los orígenes.
ÉMILE ZOLA

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

en el barullo <strong>de</strong>l campamento, y vio <strong>de</strong> lejos a <strong>los</strong> prisioneros, sentados en<br />

largas filas en las vigas <strong>de</strong>l ejido <strong>de</strong> San Mittre, y custodiados por<br />

soldados, fusil en mano, tuvo miedo <strong>de</strong> comprometerse, y se introdujo<br />

taimadamente en casa <strong>de</strong> su madre, con intención <strong>de</strong> enviar a la anciana<br />

en busca <strong>de</strong> noticias.<br />

Cuando entró en la casucha, la noche casi había caído. Al principio sólo<br />

vio a Macquart, fumando y tomando unas copas.<br />

—¿Eres tú? Qué suerte —murmuró Antoine, que había vuelto a tutear a su<br />

hermano—. Aquí me vuelvo endiabladamente viejo. ¿Tienes el dinero?<br />

Pero Pierre no respondió. Acababa <strong>de</strong> <strong>de</strong>scubrir a su hijo Pascal, inclinado<br />

sobre la cama. Lo interrogó vivamente. El médico, sorprendido por su<br />

inquietud, que atribuyó primero a ternura paterna, le respondió con<br />

tranquilidad que <strong>los</strong> soldados lo habían capturado y que lo habrían fusilado<br />

<strong>de</strong> no haber sido por la intervención <strong>de</strong> un buen hombre a quien no<br />

conocía <strong>de</strong> nada. Salvado por su título <strong>de</strong> doctor, había regresado con la<br />

tropa. Fue un gran alivio para <strong>Rougon</strong>. Uno más que no lo comprometería.<br />

Atestiguaba su alegría con repetidos apretones <strong>de</strong> mano, cuando Pascal<br />

terminó, diciendo con voz triste:<br />

—No se regocije. Acabo <strong>de</strong> encontrar a mi pobre abuela sumamente mal.<br />

Le traía esta carabina, que ella aprecia, y mire, estaba así, no ha vuelto a<br />

moverse.<br />

Los ojos <strong>de</strong> Pierre se habituaban a la oscuridad. Entonces, entre <strong>los</strong><br />

últimos resplandores difusos, vio a la tía Di<strong>de</strong>, rígida, muerta sobre la<br />

cama. Aquel pobre cuerpo, <strong>de</strong>sequilibrado por tantas neurosis <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la<br />

cuna, estaba vencido por una crisis suprema. Los nervios habían como<br />

comido la sangre, el sordo laboreo <strong>de</strong> esa carne ardiente, agotándose,<br />

<strong>de</strong>vorándose a sí misma en una tardía castidad, terminaba, hacía <strong>de</strong> la<br />

<strong>de</strong>sdichada un cadáver que sólo unas sacudidas eléctricas galvanizaban<br />

aún. En ese momento, un dolor atroz parecía haber apresurado la lenta<br />

<strong>de</strong>scomposición <strong>de</strong> su ser. Su pali<strong>de</strong>z <strong>de</strong> monja, <strong>de</strong> mujer ablandada por la<br />

sombra y las renuncias <strong>de</strong>l claustro, se manchaba <strong>de</strong> placas rojas. Con el<br />

rostro convulso, <strong>los</strong> ojos horriblemente abiertos, las manos vueltas y<br />

torcidas, estaba tendida entre sus sayas, que dibujaban con líneas secas<br />

la <strong>de</strong>lga<strong>de</strong>z <strong>de</strong> sus miembros. Y, apretando <strong>los</strong> labios, ponía en el fondo<br />

<strong>de</strong> la habitación negra el horror <strong>de</strong> una agonía muda.<br />

282

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!