04.01.2019 Views

La fortuna de los Rougon - Emile Zola

Historia natural y social de una familia bajo el Segundo Imperio. Y el primer episodio, La fortuna de los Rougon, debe llamarse con su título científico: Los orígenes. ÉMILE ZOLA

Historia natural y social de una familia bajo el Segundo Imperio. Y el primer episodio, La fortuna de los Rougon, debe llamarse con su título científico: Los orígenes.
ÉMILE ZOLA

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

no ha aparecido; no tengo ganas <strong>de</strong> que me maten mañana, si regresan<br />

<strong>los</strong> insurgentes.<br />

<strong>Rougon</strong> se esforzó por sonreír, diciendo que, a Dios gracias, no se mataría<br />

a nadie. Y justamente porque corrían rumores falsos e inquietantes, el<br />

artículo en cuestión hubiera rendido un gran servicio a la buena causa.<br />

—Es posible —prosiguió Vuillet—, pero la mejor <strong>de</strong> las causas, en este<br />

momento, es conservar la cabeza sobre <strong>los</strong> hombros. —Y agregó, con<br />

aguda malignidad—: ¡Y yo que me creía que había matado usted a todos<br />

<strong>los</strong> insurrectos! Ha <strong>de</strong>jado <strong>de</strong>masiados, para que me arriesgue.<br />

<strong>Rougon</strong>, al quedarse solo, se extrañó <strong>de</strong> esta rebelión <strong>de</strong> un hombre tan<br />

humil<strong>de</strong>, tan rastrero <strong>de</strong> ordinario. <strong>La</strong> conducta <strong>de</strong> Vuillet le pareció turbia.<br />

Pero no tuvo tiempo <strong>de</strong> buscar una explicación. Apenas se había echado<br />

<strong>de</strong> nuevo en su sillón, cuando entró Roudier, haciendo sonar terriblemente,<br />

sobre su muslo, un gran sable que se había colgado <strong>de</strong>l cinturón. Los<br />

durmientes se <strong>de</strong>spertaron <strong>de</strong>spavoridos. Granoux creyó que llamaban a<br />

las armas.<br />

—¿Eh? ¿Qué? ¿Qué pasa? —preguntó, guardando precipitadamente su<br />

casquete <strong>de</strong> seda negra en el bolsillo.<br />

—Señores —dijo Roudier sofocado, sin pensar en tomar la menor<br />

precaución oratoria—, creo que una banda <strong>de</strong> insurgentes se aproxima a<br />

la ciudad.<br />

Estas palabras fueron acogidas por un silencio espantoso. Sólo <strong>Rougon</strong><br />

tuvo fuerzas para <strong>de</strong>cir:<br />

—¿Los ha visto usted?<br />

—No —respondió el ex fabricante <strong>de</strong> géneros <strong>de</strong> punto—; pero oímos<br />

ruidos raros en el campo; uno <strong>de</strong> mis hombres me ha asegurado que<br />

había visto fuegos corriendo por la pendiente <strong>de</strong> Les Garrigues. —Y como<br />

todos aquel<strong>los</strong> señores se miraban con rostros blancos y mudos—: Vuelvo<br />

a mi retén —prosiguió—; me temo un ataque. Avisen por su parte.<br />

<strong>Rougon</strong> quiso correr con él, tener otros informes; pero ya estaba lejos. Por<br />

supuesto, la comisión no tuvo ganas <strong>de</strong> volver a dormirse. ¡Ruidos raros!<br />

¡Fuegos! ¡Un ataque! ¡Y en plena noche! Avisar, era fácil <strong>de</strong> <strong>de</strong>cir, pero<br />

234

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!