04.01.2019 Views

La fortuna de los Rougon - Emile Zola

Historia natural y social de una familia bajo el Segundo Imperio. Y el primer episodio, La fortuna de los Rougon, debe llamarse con su título científico: Los orígenes. ÉMILE ZOLA

Historia natural y social de una familia bajo el Segundo Imperio. Y el primer episodio, La fortuna de los Rougon, debe llamarse con su título científico: Los orígenes.
ÉMILE ZOLA

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

Una vez arriba, vio, en un rayo <strong>de</strong> luna que entraba por el festón <strong>de</strong> una<br />

ojiva, a Granoux, sin sombrero, con aire furioso, golpeando ante sí con un<br />

grueso martillo. ¡Y con qué ganas! Se echaba hacia atrás, tomaba impulso<br />

y caía sobre el bronce sonoro como si hubiera querido rajarlo. Toda su<br />

rolliza persona se encogía; <strong>de</strong>spués, cuando se había arrojado sobre la<br />

gran campana inmóvil, las vibraciones lo <strong>de</strong>volvían hacia atrás, y retornaba<br />

con nuevo arrebato. Recordaba a un herrero batiendo un hierro caliente;<br />

pero un herrero <strong>de</strong> levita, bajo y calvo, con actitud torpe y rabiosa.<br />

<strong>La</strong> sorpresa clavó por un instante a <strong>Rougon</strong> ante aquel burgués<br />

endiablado, que luchaba con una campana bajo un rayo <strong>de</strong> luna. Entonces<br />

comprendió <strong>los</strong> ruidos <strong>de</strong> cal<strong>de</strong>ro con <strong>los</strong> que ese extraño campanero<br />

sacudía a la ciudad. Le gritó que se <strong>de</strong>tuviera El otro no oyó. Tuvo que<br />

cogerlo <strong>de</strong> la levita, y Granoux, reconociéndolo:<br />

—¿Qué tal? —dijo con voz triunfante—. ¡Ya ha oído usted! Intenté al<br />

principio golpear la campana con <strong>los</strong> puños, pero me hacía daño.<br />

A<strong>fortuna</strong>damente encontré este martillo… Unos golpes más, ¿verdad?<br />

Pero <strong>Rougon</strong> se lo llevó. Granoux estaba radiante. Se enjugaba la frente,<br />

le hacía prometer a su compañero que al día siguiente diría que con un<br />

simple martillo había hecho todo aquel ruido. ¡Qué hazaña y qué<br />

importancia iba a darle aquel furioso campaneo!<br />

De madrugada, <strong>Rougon</strong> pensó en tranquilizar a Felicité. Por or<strong>de</strong>n suya<br />

<strong>los</strong> guardias nacionales se habían encerrado en la alcaldía; había<br />

prohibido que se levantara a <strong>los</strong> muertos, con el pretexto <strong>de</strong> que hacía<br />

falta un escarmiento para la población <strong>de</strong>l barrio viejo. Y cuando, para<br />

correr a la calle <strong>de</strong> la Banne, cruzó la plaza, <strong>de</strong> la que se había retirado la<br />

luna, posó el pie sobre la mano <strong>de</strong> uno <strong>de</strong> <strong>los</strong> cadáveres, crispada al bor<strong>de</strong><br />

<strong>de</strong> una acera. Estuvo a punto <strong>de</strong> caer. Esa mano blanca que se aplastaba<br />

bajo su tacón le causó una in<strong>de</strong>finible sensación <strong>de</strong> asco y horror. Siguió<br />

las calles <strong>de</strong>siertas a gran<strong>de</strong>s zancadas, creyendo sentir tras sus espaldas<br />

un puño sangriento que lo perseguía.<br />

—Hay cuatro en tierra —dijo al entrar.<br />

Se miraron, como extrañados <strong>de</strong> su crimen. <strong>La</strong> lámpara imprimía a su<br />

pali<strong>de</strong>z un tono <strong>de</strong> cera amarilla.<br />

272

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!