04.01.2019 Views

La fortuna de los Rougon - Emile Zola

Historia natural y social de una familia bajo el Segundo Imperio. Y el primer episodio, La fortuna de los Rougon, debe llamarse con su título científico: Los orígenes. ÉMILE ZOLA

Historia natural y social de una familia bajo el Segundo Imperio. Y el primer episodio, La fortuna de los Rougon, debe llamarse con su título científico: Los orígenes.
ÉMILE ZOLA

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

—¿Quién se lo ha dicho? No sabe usted nada —interrumpía Silvère, cuyo<br />

espíritu recto acababa por verse herido por las mentirosas acusaciones <strong>de</strong><br />

su tío.<br />

—¡Ah! ¡Conque no sé nada! ¿Tú crees? Te digo que es un soplón… Te<br />

<strong>de</strong>jarás esquilar como un cor<strong>de</strong>ro, con tu benevolencia. No eres un<br />

hombre. No quiero hablar mal <strong>de</strong> tu hermano François; pero, en tu lugar,<br />

me sentiría bien molesto por la manera roñosa con que se conduce<br />

contigo; gana un montón <strong>de</strong> dinero en Marsella, y no te mandará nunca ni<br />

una miserable moneda <strong>de</strong> veinte francos para tus pequeños gastos. Si un<br />

día caes en la miseria, no te aconsejo que te dirijas a él.<br />

—No necesito a nadie —respondía el joven con una voz orgul<strong>los</strong>a y<br />

ligeramente alterada—. Mi trabajo nos basta a mí y a tía Di<strong>de</strong>. Es usted<br />

cruel, tío.<br />

—Digo la verdad, eso es todo… Quisiera abrirte <strong>los</strong> ojos. Nuestra familia<br />

es una familia asquerosa; es triste, pero es así. Hasta el pequeño Maxime,<br />

el hijo <strong>de</strong> Aristi<strong>de</strong>, ese mocoso <strong>de</strong> nueve años, me saca la lengua cuando<br />

me lo encuentro. Ese niño le pegará a su madre un día, y le estará bien<br />

empleado. Vamos, por mucho que digas, esa gente no se merece su<br />

suerte; pero así ocurre siempre en las familias: <strong>los</strong> buenos sufren y <strong>los</strong><br />

ma<strong>los</strong> hacen <strong>fortuna</strong>.<br />

Todos estos trapos sucios que Macquart lavaba con tanta complacencia<br />

<strong>de</strong>lante <strong>de</strong> su sobrino asqueaban profundamente al joven. Habría querido<br />

volver a sus sueños. En cuanto daba signos <strong>de</strong>masiados vivos <strong>de</strong><br />

impaciencia, Antoine recurría a medios <strong>de</strong>cisivos para exasperarlo contra<br />

sus parientes.<br />

—¡Defién<strong>de</strong><strong>los</strong>! ¡Defién<strong>de</strong><strong>los</strong>! —<strong>de</strong>cía, aparentando calmarse—. Yo, a fin<br />

<strong>de</strong> cuentas, me las he arreglado para no tener que ver con el<strong>los</strong>. Lo que te<br />

digo lo hago por cariño a mi pobre madre, a quien toda esa camarilla trata<br />

<strong>de</strong> una forma verda<strong>de</strong>ramente repugnante.<br />

—¡Son unos miserables! —murmuraba Silvère.<br />

—¡Oh!, tú no sabes nada, no entien<strong>de</strong>s nada. No hay insultos con que <strong>los</strong><br />

<strong>Rougon</strong> no cubran a la buena mujer. Aristi<strong>de</strong> ha prohibido a su hijo que la<br />

salu<strong>de</strong>. Félicité habla <strong>de</strong> meterla en un manicomio.<br />

137

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!