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La fortuna de los Rougon - Emile Zola

Historia natural y social de una familia bajo el Segundo Imperio. Y el primer episodio, La fortuna de los Rougon, debe llamarse con su título científico: Los orígenes. ÉMILE ZOLA

Historia natural y social de una familia bajo el Segundo Imperio. Y el primer episodio, La fortuna de los Rougon, debe llamarse con su título científico: Los orígenes.
ÉMILE ZOLA

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Pero la lucha había acabado. <strong>La</strong> muerte <strong>de</strong>l recaudador particular había<br />

saciado a <strong>los</strong> soldados. Unos hombres corrían, explorando todos <strong>los</strong><br />

rincones <strong>de</strong> la explanada, para no <strong>de</strong>jar escapar a un solo insurgente. Un<br />

gendarme, que divisó a Silvère bajo <strong>los</strong> árboles, corrió allá, y viendo que<br />

tenía que habérselas con un niño:<br />

—¿Qué haces ahí, galopín? —le preguntó. Silvère, <strong>los</strong> ojos en <strong>los</strong> ojos <strong>de</strong><br />

Miette, no respondió—. ¡Ah, qué bandido, tiene las manos negras <strong>de</strong><br />

pólvora! —exclamó el hombre, que se había bajado—. ¡Vamos, en pie,<br />

canalla! Verás lo que te espera. —Y como Silvère, sonriendo vagamente,<br />

no se movía, el hombre se percató <strong>de</strong> que el cadáver que se encontraba<br />

allí, en la ban<strong>de</strong>ra, era un cadáver <strong>de</strong> mujer—: ¡Guapa chica, lástima!<br />

—murmuro—. Tu amante, ¿eh? ¡Crápula! —Después agregó, con un risa<br />

<strong>de</strong> gendarme—: ¡Vamos, en pie!… Ahora que está muerta, no querrás<br />

acostarte con ella.<br />

Tiró violentamente <strong>de</strong> Silvère, lo puso en pie, se lo llevó como a un perro al<br />

que arrastran <strong>de</strong> una pata. Silvère se <strong>de</strong>jó arrastrar, sin una palabra, con<br />

una obediencia <strong>de</strong> niño. Se volvió, miró a Miette. Le <strong>de</strong>sesperaba <strong>de</strong>jarla<br />

completamente sola, bajo <strong>los</strong> árboles. <strong>La</strong> vio <strong>de</strong> lejos, por última vez.<br />

Permanecía allí, casta, en la ban<strong>de</strong>ra roja, con la cabeza levemente<br />

inclinada, con sus gran<strong>de</strong>s ojos que miraban al vacío.<br />

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