La fortuna de los Rougon - Emile Zola
Historia natural y social de una familia bajo el Segundo Imperio. Y el primer episodio, La fortuna de los Rougon, debe llamarse con su título científico: Los orígenes. ÉMILE ZOLA
Historia natural y social de una familia bajo el Segundo Imperio. Y el primer episodio, La fortuna de los Rougon, debe llamarse con su título científico: Los orígenes.
ÉMILE ZOLA
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Eugène que <strong>de</strong>sconfiaran <strong>de</strong> Aristi<strong>de</strong>. Sometió el caso al señor <strong>de</strong><br />
Carnavant, que fue por entero <strong>de</strong> la misma opinión.<br />
—Pequeña —le dijo—, en política hay que saber ser egoísta. Si<br />
convirtierais a vuestro hijo y El In<strong>de</strong>pendiente se pusiera a <strong>de</strong>fen<strong>de</strong>r el<br />
bonapartismo, eso significaría asestar un duro golpe al partido.<br />
El In<strong>de</strong>pendiente está con<strong>de</strong>nado; su mero título basta para poner furiosos<br />
a <strong>los</strong> burgueses <strong>de</strong> Plassans. Dejad al bueno <strong>de</strong> Aristi<strong>de</strong> atascarse, eso<br />
forma a <strong>los</strong> jóvenes. No me parece hecho <strong>de</strong> una pasta como para<br />
<strong>de</strong>sempeñar mucho tiempo el papel <strong>de</strong> mártir.<br />
En su fervor por indicar a <strong>los</strong> suyos el buen camino, ahora que se creía en<br />
posesión <strong>de</strong> la verdad, Félicité hasta llegó a querer adoctrinar a su hijo<br />
Pascal. El médico, con el egoísmo <strong>de</strong>l sabio sumido en sus<br />
investigaciones, se ocupaba muy poco <strong>de</strong> política. Habrían podido<br />
<strong>de</strong>rrumbarse <strong>los</strong> imperios, mientras él hacía un experimento, sin que se<br />
dignase volver la cabeza. Sin embargo, había acabado por ce<strong>de</strong>r a las<br />
instancias <strong>de</strong> su madre, que lo acusaba más que nunca <strong>de</strong> su vida<br />
insociable.<br />
—Si frecuentaras a la gente bien —le <strong>de</strong>cía—, tendrías clientes en la alta<br />
sociedad. Ven al menos a pasar las veladas en nuestro salón. Conocerás<br />
a Roudier, Granoux, Sicardot, todos personas bien situadas que te<br />
pagarán por tus visitas cuatro y cinco francos. Los pobres no te van a<br />
enriquecer.<br />
<strong>La</strong> i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> tener éxito, <strong>de</strong> ver a toda su familia llegar a la <strong>fortuna</strong> se había<br />
convertido en una monomanía en Félicité. Pascal, para no apenarla, fue a<br />
pasar algunas veladas en el salón amarillo. Se aburrió menos <strong>de</strong> lo que<br />
temía. <strong>La</strong> primera vez, se quedó estupefacto <strong>de</strong>l grado <strong>de</strong> imbecilidad en el<br />
que un hombre con buena salud pue<strong>de</strong> caer. Los ex comerciantes <strong>de</strong><br />
aceite y <strong>de</strong> almendras, y hasta el marqués y el comandante, le parecieron<br />
animales curiosos que no había tenido hasta entonces la ocasión <strong>de</strong><br />
estudiar. Miró con el interés <strong>de</strong> un naturalista sus expresiones crispadas<br />
en una mueca, don<strong>de</strong> veía sus ocupaciones y sus apetitos; escuchó sus<br />
charlas hueras, como si hubiera tratado <strong>de</strong> sorpren<strong>de</strong>r el sentido <strong>de</strong>l<br />
maullido <strong>de</strong> un gato o <strong>de</strong>l ladrido <strong>de</strong> un perro. En esa época, se ocupaba<br />
mucho <strong>de</strong> historia natural comparada, trasladando a la raza humana las<br />
observaciones que podía hacer sobre la forma en que la herencia se<br />
comporta en <strong>los</strong> animales. Por eso, al encontrarse en el salón amarillo, se<br />
divirtió creyendo que había caído en una casa <strong>de</strong> fieras. Estableció<br />
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