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tituyen, en derto modo, otras tantas expresiones para designar
la toma de conciencia de si mismo por parte del
yo: «elección vital» (prohairesis) y «el poder de servirse de
las representaciones» (chresis phantasion). Lo que depende
de nosotros es saber tratar adecuadamente con nuestras
representaciones, es decir, saber juzgar adecuadamente,
ya se trate de las representaciones que espolean nuestro
deseo o de las que motivan nuestra acción.
1, 5. Aplicar la regla del discernim iento
a la disciplina del juicio
Como se advierte desde el comienzo del capítulo 1 y
según acabamos de decir con relación al «uso de las representaciones»,
el discernimiento de lo que depende de
nosotros y lo que no depende de nosotros ha de aplicarse
esencialmente a los juicios que rigen nuestros deseos
y acciones.
La aplicación de esta regla debe realizarse en dos fases.
En primer lugar, la reacción inicial frente a una representación,
una imagen interior que nos inquieta o nos aterroriza
porque es «luctuosa» o «turbulenta», ha de consistir
en marcar un momento de pausa y añadir algo diferente
a lo que nos muestra. Epicteto llama a esto, en griego,
epilegein: «decir algo más». Este discurso interior, destinado
a influir en uno mismo, es un ejercicio espiritual que
reaparecerá a menudo en el M anual (3,4,9 y 12), un ejercicio
consistente en poner en duda la representación, en
preguntarse si ésta no será errónea (D., III, 12, 15): «Del
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