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la acción, y de manera general, lo concerniente a lo que
conviene hacer (kathekon), con el fin de actuar de un modo
ordenado, con racionalidad y sin negligencia; 3. El ámbito
en el cual se trata de apartarse del error y de las insuficiencias
de la razón y, en definitiva, de cuanto se relaciona con
el asentimiento [que se concede a los juicios]».
Existen, por lo tanto, tres disciplinas a las que se aplica
la filosofía; las disciplinas del deseo, de la acción y del juicio.
Y leyendo el M anual encontraremos muchos capítulos
dedicados a cada una de ellas.
Podría pensarse, al proponer esta clasificación, que Epicteto
está citando la teoría platónica de las tres partes del
alma: la parte deseante; la parte irascible, que llama a la
acción; y la parte racional, que juzga y concede su asentimiento.
Platón basa por lo demás en esta división su teoría
de las virtudes, es decir, del ejercicio filosófico. La templanza
será la disciplina de los deseos; el coraje, la disciplina de
la acción; y la sabiduría, la disciplina de la razón. Sin embargo,
suige una diferencia esencial. Para Platón las partes
del alma aparecen jerarquizadas y se corresponden igualmente
con la jerarquía social de la República: el deseo es
propio de los artesanos; la parte irascible, de los guerreros;
y la razón de los gobernantes-filósofos. Es la razón, absolutamente
buena, la que impone su ley al deseo y a la acción,
ambos de carácter inferior e irracional y capaces de acarrear
el mal al alma40. En el caso de Epicteto es la razón por
entero la que es juicio, impulso a la acción y deseo: las tres
“ Platón, República. IV. 436 b y ss.
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