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de Fulano ha muerto. ¿Qué te parece?". A la pregunta que
nos plantea esta representación has de responder: "Eso no
depende de la voluntad, así que no es un mal”. "El padre
de Fulano le ha desheredado. ¿Qué te parece?”. Has de
responder: "Eso no depende de la voluntad, así que no es
un mal”. "Está afligido”. Has de responder: “Eso depende
de la voluntad, así que es un mal". "Lo ha soportado con
coraje”. Has de responder: "Eso depende de la voluntad,
así que es un bien”». En eso consiste la aplicación práctica
de esta regla. Pero conviene tener en cuenta dos consideraciones:
en las cosas que no dependen de nosotros la representación
objetiva no debe acompañarse de un juicio
de valor, sino sólo enunciar el hecho en bruto, tal como
éste se presenta; en las cosas que dependen o bien de nosotros
o bien de la voluntad de los demás, la representación
objetiva puede acompañarse de un juicio de valor: se
tratará de un bien o de un mal, a condición, cuando afecte
a otros, de que conozcamos su intención moral.
2. Aplicar la regla del discernim iento
a las disciplinas del deseo y de la acción
Es en las disciplinas del deseo (y de la aversión) y de la
acción (o de la inacción) donde la regla fundamental del
discernimiento encuentra su mayor razón de ser. En el estoicismo
antiguo sólo se distinguían dos actividades del
espíritu: por una parte, la actividad cognitiva, la de la representación,
el juicio sobre las representaciones y el asentimiento
concedido a los juicios, y por otra, la actividad
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