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3 0 -4 1 - LA DISCIPLINA DE LA ACCIÓN
Pasamos de la disciplina del deseo a la disciplina de la acción,
y más exactamente a la disciplina del «impulso a la
acción» (hormé). Destaca en esta parte la aparición, en el
capítulo 30, del concepto de «cosas que conviene hacer»
(kathékonta), lo que se conoce también como «deberes». Al
examinar las tres disciplinas, ya vimos que Epicteto definía
explícitamente la disciplina de la acción como el ámbito
relativo a la tendencia a actuar y a la negativa a actuar, y en
general, de todo lo concerniente a lo que conviene hacer
(kathekon). Los capítulos 31 y 32 se ocupan de los deberes
para con los dioses, y los capítulos siguientes de los deberes
para consigo mismo y los modos de actuar, primero, en
las diferentes circunstancias vitales (33) y, después, una vez
albergamos la representación de alguna acción que podría
procurarnos placer (34). Es preciso mantenerse fiel a la decisión
de realizar una determinada acción pese a las críticas
(35). Durante las comidas, hay que pensar en los demás
(36). No asumir tareas por encima de nuestras capacidades
(37). Al actuar, debe prestarse atención al principio rector
(38). De la importancia de la templanza (39). De los
peligros que acechan a las muchachas, y por extensión, de
los problemas relacionados con el matrimonio y las relaciones
sexuales (40). Ocuparse de las funciones corporales
sólo de modo accesorio (41). Después se suceden varios
capítulos (42-45) referentes al uso de las representaciones
y al discurso interior en la disciplina de la acción.
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