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modo el ejercido concreto y práctico de la física, por el
cual el filósofo pone en concordancia su voluntad con la
de la Naturaleza y se perdbe como parte del Todo. La
disciplina de la acción supone en derto modo el ejerdcio
concreto y práctico de la ética, y espedalmente la puesta
en práctica de los «deberes» éticos específicos. La disciplina
del juido supone en cierto modo el ejercido concreto
y práctico de la lógica, es dedr, de la certeza en el juido.
Pero las tres disciplinas definen también la estructura
de la enseñanza filosófica, pues si el ejercicio práctico
pasa por la aplicación de los principios fundamentales, es
necesario, para poder aplicarlos, estar convencido de su
excelenda gracias a las demostraciones aportadas por la
enseñanza y el comentario de los textos. En las Disertaciones
(D., IV, 4, 8-18) se habla de lecturas relativas al deseo,
a la tendencia a la acción y a la comprensión lógica. Las
tres disciplinas implican, por lo tanto, una enseñanza y
a la vez una práctica. Eso explica que Epicteto (D., III, 2,
6) señale, sobre el tercer tema de ejerdcio, la disciplina
del juicio, que debe enseñarse al comienzo (D., I, 17, 6)
porque resulta imposible regular los deseos y las acdones
sin poner en cuestión los juidos. Precisamente en razón
de esta complejidad, piensa Epicteto, la mayor parte de
maestros y alumnos se centra en esa parte teórica para
jactarse de su sabiduría. Sin embargo, estas tres disciplinas
implican a la vez el conocimiento y la aplicadón de
los principios^.
” Víase P. Hadot. La Citaddle itttfrieurr, op. cit., pp. 109-115.
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