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de los «mártires» del estoicismo, se expresaba así: «Tuvo
como maestros a los filósofos que creen que no existe más
bien que lo moralmente bueno, ni más mal que lo moralmente
malo, para los cuales no cuentan en absoluto
cosas, sin considerarse buenas o malas, como el poder, la
nobleza y todo cuanto es ajeno al alma»10.
El segundo principio puede formularse del siguiente
modo: «En la conducta humana todo depende del juicio».
Como Epicteto desarrolló una teoría ciertamente elaborada
sobre el funcionamiento de la actividad intelectual,
más adelante intentaremos establecer con exactitud las
diferencias entre representación (phantasia), juicio (krisis,
hypolepsis, dogma) y conformidad (synkatathesis), tal como
él los define. De momento, nos centraremos en cierta
afirmación de Crisipo: «Las pasiones son juicios; la pasión
por el dinero supone, en efecto, un juicio de valor
(hypolepsis) que sugiere que el dinero es algo bueno, y lo
mismo ocurre en el caso de la ebriedad, la intemperancia
y las demás pasiones»31. De tal principio se deducen consecuencias
fundamentales. La razón, la facultad del juicio,
deja de mostrarse, como en el platonismo, opuesta a lo
irracional, tal como lo bueno se opone a lo malo, sino que
es la propia razón la que puede pervertirse, transformarse
a sí misma por completo, hacerse buena o mala a partir
de los juicios verdaderos o falsos que emite y a los cuales
concede su asentimiento. Antes que nada, es principio de
■ Tácito, Historias, IV. 5.2; véase Cicerón, Tusculanas, II, 45.
" Diógenes Laercio, VII, ltl, LP,p. 858; LesStoiciens, t. l.op. dt.. p. 51.
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