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volitiva, denominada hormé, movimiento hacia las cosas,
tendencia o impulso activo conducente a realizar determinada
acción. El deseo (orexis) no era sino una de las formas
de la actividad volitiva7*. Por el contrario, Epicteto pone al
mismo nivel, como ya hemos visto, deseo, tendencia a la
acción y juicio. ¿Pero qué diferencia existe, para él, entre
deseo y tendencia a la acción? Puede responderse a esta
pregunta analizando los ejemplos que Epicteto proporciona
de ambas actividades del espíritu. A quien quiera practicar
la ascesis del deseo (y de la aversión), aconseja (D., III,
12, 10) soportar las injurias, beber vino con moderación,
abstenerse de gozar de un pastel o de una bella muchacha,
no temer la pobreza, la enfermedad o la muerte, no
ambicionar cargos ni honores. A quien quiera practicar la
ascesis de la voluntad activa, aconseja (D., III, 12, 13) no
hacer nada en tiempo o lugar inoportunos y cumplir con
los deberes ligados a las relaciones naturales que mantenemos
con los dioses, la ciudad y la familia. Se advierte
así, en primer lugar, que las tendencias (o podríamos decir
también las voliciones) están claramente relacionadas con
el ámbito de la acción: se trata de actividades, se trata de hacer
algo, el bien o el mal. Pero también se comprende que
los deseos y aversiones se corresponden con la atracción
que sentimos respecto a lo que consideramos un bien,
del cual nos vemos privados, y con el rechazo respecto a
lo que consideramos un mal, que tememos que nos hiera.
Por una parte, son cosas que nos afectan, y por otra,
A. Bonhóffer. EpicUt und die Stoa, op. Cit., p. 223.
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