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o desdicha; el filósofo espera provecho o desdicha sólo de
sí mismo. Para los estoicos, provecho o desdicha, utilidad
o perjuicio, constituyen sinónimos del bien y del mal: «En
general el bien es lo que aporta provecho en algo»181; entiéndase,
provecho moral. Sócrates, según Epicteto (D.,
IV, 8, 25), quería ser él mismo, quería ser el protagonista
con respecto a la desdicha o al provecho. Lo que significa
que no esperaba sino de sí mismo el bien y el mal, simplemente
porque aplicaba su discernimiento a diferenciar
entre lo que depende y lo que no depende de nosotros.
El M anual dice poco después, de manera explícita, que tal
ha de ser la actitud del aspirante a filósofo con relación a
esto. Una actitud muy similar a la del filósofo, pero marcada
por la desconfianza con relación a sí mismo. El aspirante,
por su parte, aplica también su discernimiento para
diferenciar entre lo que depende y lo que no depende de
nosotros. Pero puede toparse con obstáculos. Sin embargo,
no hace responsables a los demás (5), sino a sí mismo.
Sobre todo, no se hace ilusiones con respecto a sí mismo y
se ríe de toda alabanza (D., II, 1,36), sin defenderse de las
críticas (33,9) ni pretender darse importancia o saber algo
(13 y D., II, 1, 36). Como mucho, se considera un convaleciente
que intenta recuperarse poco a poco para llegar
al estado en que se encontraba anteriormente, temiendo
perder aquello que en él está consolidándose.
En lo referente al deseo y la aversión, han de ponerse
en práctica los preceptos apuntados al comienzo del 1
111Diógenes Laerrio, VII. 94, LP, p. 8S0.
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