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resolución incierta141. Sin negarla importancia de los conocimientos
técnicos de los especialistas en cada campo, Sócrates
consideraba que el resultado último de determinada
acción podía escaparse por completo a la comprensión
humana, encontrándose sólo al alcance de las divinidades.
Pero Sócrates afirmaba también que no debe consultarse
a los dioses por asuntos en los cuales la razón, por sí sola,
puede perfectamente decidir lo que conviene hacer. El M a
nual aporta como ejemplo el deber de socorrer a un amigo
o a la patria arriesgando uno su vida. La razón nos guía
en tales casos y resulta inútil consultar a un adivino para
saber lo que debe hacerse (D., II, 7, 3): «¿Acaso no llevo en
mi interior a un adivino que me señala el bien y el mal?».
Cumplir con tales deberes resulta del todo imperativo.
Y en apoyo de esa afirmación cabe aportar el testimonio del
dios de los oráculos, Apolo Pitio, que expulsó de su templo
a un hombre que se había desentendido de uno de tales
deberes obligatorios. En su comentario, Simplicio explica
esta alusión un tanto enigmática. Dos hombres que se dirigían
a Delfos, al santuario de Apolo, fueron atacados por
irnos salteadores. A uno lo mataron, sin que su compañero
le prestara auxilio. Simplicio añade que aunque éste hubiera
intentado defenderle no habría podido salvarle y habría
muerto con él. Aun así, cuando el peregrino superviviente
accedió al templo fue expulsado por el oráculo de Apolo,
alegándose su impureza al no haber defendido a su amigo142.
Véase también Jenofonte, Memorables. IV. 7,10.
,u Simplicio. Conmfliutn sur le Manuel d'Epictiu. o p cit.. XXXIX, p 86 y ss. Véase también
Bliano, Historias curiosas, III. 44.
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