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le ayuda a salvaguardarla. Eso es lo característico de todo
ser vivo. Pero lo mismo puede decirse de ese Ser Vivo
que es el Mundo, el Universo en su totalidad, lo que es
tanto como decir que el Universo es racional, porque lo
propio de la Razón es precisamente la coherencia «lógica»
consigo misma, sustraída a cualquier contradicción
interna. No existe más que una sola y única Razón, en
nosotros y en el Cosmos. Pero aunque Naturaleza y Razón
concuerden, ello no significa que la Naturaleza sea
incorpórea. Para los estoicos todo tiene carácter corporal,
y precisamente lo característico del cuerpo es ser orgánico
y estar organizado, es decir, ser coherente consigo
mismo. La Razón del cuerpo del mundo, su racionalidad,
viene a ser una suerte de programa interno, de programa
genético que preside desde el interior tanto el desarrollo
de todo ser vivo (lo que los estoicos denominan «razones
seminales») como la expansión del Ser Vivo cósmico,
que rige de este modo el curso de la Naturaleza universal
(el Destino). En esta idea de la coherencia racional de
la Naturaleza universal se basa la famosa tesis estoica del
Eterno Retorno: «Eterno» porque la Naturaleza no puede
dejar de crear constantemente, teniendo en cuenta su
poder y bondad, y «Eterno Retomo» puesto que la Naturaleza,
al ser racional, genera de entrada un Universo
finito, y justamente porque es racional —pero repitiéndose
eternamente— la Naturaleza no puede sino repetir el
Universo perfecto y finito que genera eternamente34. Lo
MVíase Víctor Goldschmmidt. U SystimelUrtcicn et l'idiede ternps, París, Vrin, 1953, p. 99.
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