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de nosotros mismos, sino conceder nuestro asentimiento
a cuanto sucede y es querido por el Destino.
En torno a este tema gira el grupo de capítulos 7-11,
donde el concepto de deseo se desarrolla explícitamente
(14, 15 y 21). Los diferentes capítulos proponen una serie
de variaciones sobre el tema fundamental: no debemos
ligamos a los seres y objetos que no dependen de nosotros.
Los objetos a los cuales nos sentimos ligados no tienen
sino un carácter provisional (7). Debemos desear que
los acontecimientos se desarrollen tal como se desarrollan
(8). Los acontecimientos no pueden afectar a nuestro ser
esencial (9). Contamos con una fuerza interior capaz de
enfrentarse a las representaciones que nos inquietan (10).
Se deben percibir los objetos como si fueran simples préstamos
(11).
7. Los objetos a los cuales nos sentimos ligados
son sólo bienes provisionales
Se descubre aquí una suerte de parábola. La escala en tierra
firme es la vida; la concha o la raíz, los objetos que
pueden encontrarse a lo largo de la vida y a los cuales se
puede uno ligar, como una esposa e hijos; el piloto es la
Divinidad, la Naturaleza o el Destino. Y el aviso del piloto
para regresar al navio tras hacer una escala, el anuncio
de la m uerte94. Es necesario responder a ella con buen
MSeguramente subyace aquí una imagen de Caronte, el barquero que transporta a los
muertos, véase la nota de A. J. Festugiére con relación a un texto de Teles (II, 16) en Deux
pridkatcurs de l'Antiquilé, Télés el Musonius, París. Vrin, 1978, p. 23.
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