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el sentido de lo que se dice en el M anual. No es que no se
permita mostrar emotividad ante el dolor ajeno e incluso
llorar ante él, pero no hace falta lamentarse interiormente,
es decir, debemos mantener nuestra rectitud de juicio.
Sólo asi se podrá ayudar a quien sufre, haciéndole comprender
que debe superar su dolor.
R. Le Senne113 recuerda a este respecto la célebre «paradoja
del comediante». El mejor comediante, según Diderot"4,
es el que lleva a cabo su interpretación mientras
permanece impasible, sin dejarse arrastrar por la emoción
del personaje que interpreta, el que dispone «del arte de
la imitación, es decir, de igual aptitud para encarnar toda
suerte de caracteres y papeles». R. Le Senne señala que el
estoico era capaz de imitar muy bien la piedad sin sentirla.
Pero añadiendo a continuación que la gravedad profunda
del estoico, gravedad asociada a la doctrina, puede llevarle
a la hipocresía. El estoico puede verse atrapado en tal caso
en un conflicto de intereses: ha de demostrar compasión
porque hay que ayudar a los demás de manera apropiada
a su angustia, pero evitando caer él mismo en el error.
Una vez más el modelo será Sócrates"5 (D., I, 29, 66). Su
carcelero llora en el momento en que el filósofo se dispone
a beber el veneno. A juicio de Sócrates se equivoca
al llorar, pero le excusa, le demuestra incluso su simpatía
y «se acomoda a él, como uno se acomoda a un niño».
R. Le Senne. Tntiti de morale gbúraU. París. Presses universitaiies.1942, p. 174.
114 Diderot, Paradoxe sur le comedien. París. La Renaissance du livre, p. 134. Trad. cast.: La
paradoja del comediante, Madrid, Valdemar, 2003.
111 Platón. Fedón, 65.
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