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22. Prepararse para las burlas de los no filósofos
Ya lo vimos al leer los capítulos anteriores: el estoicismo
de Epicteto supone una ruptura total entre los valores
que defiende el filósofo y los valores de la gente común.
Y resulta significativo que los Cínicos, que rechazan toda
convención social, supongan para Epicteto un verdadero
modelo de filósofo (D., III, 22). Pero esta ruptura no es
en realidad exclusiva del estoicismo. Aparece de diferente
forma en todas las escuelas filosóficas de la Antigüedad.
Ya Platón en el Teeteto describía de manera sorprendente
al filósofo como un individuo poco hábil en las cosas de la
vida cotidiana y extraño en su propia ciudad. Una discordancia
percibida, por lo demás, con absoluta claridad por
los no filósofos. Los autores cómicos se burlaron de todas
las escuelas filosóficas'**, y Luciano, por su parte, explotó
tras la muerte de Epicteto esa vena satírica. Para la gente
común los filósofos son hombres tan ajenos e inclasificables
como lo era el Sócrates de Platón129. Filósofos y no
filósofos se tienen recíprocamente por insensatos. Ambos
encarnan dos formas de vida, dos estilos existenciales,
opuestos por completo. Es cierto que entre las clases altas
la filosofía era respetada como una de las disciplinas que
constituían parte de la formación del hombre culto, y ya
hemos visto que Arriano, por ejemplo, fue honrado con
inscripciones en las que era calificado de filósofo. Pero
en realidad, sobre todo cuando la gente de mundo y las
in P. Hadot, Éloge de la philosophie antique. París, Allia, 1997. p. 29.
'■ P. Hadot, Qu’cst-ceque la philosophieantiquet, Gallimard, 1995, p. 57. Trad. cast.: ¡Quées
lafílosofia antigua?, México, Fondo de Cultura Económica. 1998.
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