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cual implica que cada instante, cada acontecimiento, cada
individuo y el Universo entero se repiten eternamente,
por lo que el sabio no puede sino aceptar con entusiasmo
y amor cada instante, cada acontecimiento, y finalmente
ese Todo del que forma parte (D., II, 5, 25), que es deseo
de la Razón y de la Naturaleza universales” . Pues aquello
que es, es aquello que debe ser. el ser es el bien. Coherencia
consigo mismo, concordancia consigo mismo, no otra
cosa constituye el bien tanto para el Universo como para
el individuo.
Encontramos aquí un principio de acción eminentemente
estoico. Séneca lo formula de esta manera: «Querer
siempre lo mismo, despreciar siempre lo mismo», es decir,
ser siempre perfectamente coherente consigo mismo.
Y continúa: «No es necesario añadir ninguna restricción,
por pequeña que sea, como “a condición de que aquello
que se quiere sea moralmente bueno”, pues la misma
cosa no puede gustamos de manera universal y constante
salvo que sea moralmente correcta»3*. Zenón, el fundador
del estoicismo, ya había dicho que el bien consiste en
«vivir de modo coherente, es decir, según una regla vital
simple y armoniosa; pues quienes viven en la incoherencia
son desdichados»37.
” Sobre las semejanzas y diferencias con el amor fa ti de Nieizsche, véase R Hadot, La
Citadelk mtérinirt, op. dt., pp. 160-164.
* Séneca, Bpinolas morales a Ludlio, 20,2-í.
” Zenón, en Diógenes Laercio, Vil, 87, LP, p 847; Les SteOctens, L 1, op. dt., p. 44.
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