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en un obstáculo, los injuriaremos también»158. Todos los
hombres buscan, pues, su interés, lo cual está en el punto
de partida de todos sus conflictos. Para Epicteto, un ejemplo
característico de conflicto es el que enfrentó a Eteocles
y Polinices159, los dos hijos de Edipo a los que lanzó su
maldición y que se vieron así condenados a matarse m u
tuamente en duelo para conseguir el trono de su padre.
De esta constatación biológica y psicológica resulta que
la piedad va siempre ligada al interés. Podría decirse: dime
qué te interesa y te diré cómo es tu piedad, es decir, qué
pides a los dioses y el modo en que les rindes homenaje.
Si tu interés está puesto en las cosas materiales, que no dependen
de ti, les rezarás para obtenerlas, pero les maldecirás
si no las obtienes. Si, por el contrario, tu interés no está
puesto en las cosas que no dependen de ti, estarás preparado
para aceptar el destino que ellos te han elegido y para
hacer concordar tu voluntad con la voluntad divina, y no
considerarás un mal, sino todo lo contrario, una ocasión
para practicar tu virtud, los acontecimientos que te suceden
y que no dependen de ti. La consecuencia de esto, que
se explica en las Disertaciones pero no en el M anual, es que la
oración dejará de ser una exigencia para convertirse en himno
de acción de gracias por todo cuanto la divinidad nos
proporciona (D., I, 16, 15): «Si fuéramos inteligentes, ¿qué
deberíamos hacer en público y en privado, sino alabar a la
divinidad, celebrando y enumerando todos sus favores?».
'"Véasetambién D.. 1.22.15-1«; IV. 5,30: IV. 7. II.
D.. II, 22,13; IV. 5.29
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