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De las armas a la democracia radical | 109<br />
múltiples expresiones sociales y políticas, académicos de diferentes vertientes<br />
de pensamiento y destacados actores políticos internacionales, en particular<br />
latinoamericanos, entre ellos, partidos y gobiernos, incluido el de Cuba. En<br />
su mayoría consideran que la existencia de este conflicto es una de las puertas<br />
abiertas a la intervención de la potencia estadounidense en el continente 6 .<br />
Estamos en el tiempo político –un cuarto de siglo: 1990 - 2015– en el que<br />
las armas salen de la política, tanto las de signo izquierdista como las de signo<br />
derechista. El país ha hecho ingentes esfuerzos y ha ensayado diversos caminos,<br />
unos por el diálogo, otros por la fuerza, para superar el enfrentamiento crónico.<br />
Hoy parece que va a predominar finalmente la vía del diálogo y no la del exterminio<br />
que en forma aviesa pregonaban y aún pregonan sectores guerreristas<br />
recalcitrantes del establecimiento político tradicional.<br />
Colombia vive desde los pasados años 90 una transición de la guerra a la<br />
paz igual que otros países latinoamericanos vivieron desde los 80 una transición<br />
de la dictadura a la democracia. Realmente, lo que se da en una y otra transición<br />
es un paso de menos democracia a más democracia: lo que era en las dictaduras<br />
militares una situación de negación o restricción extrema y dolorosa de la democracia,<br />
en la guerra es la imposibilidad de realizar o expandir la democracia<br />
por las limitaciones inevitables que ella impone al ejercicio de las libertades<br />
políticas, sobre todo de quienes reclaman y exigen cambios. Por supuesto, no<br />
es lo mismo una democracia en guerra que una democracia en paz.<br />
El futuro de las insurgencias políticas está en la radicalización<br />
de la democracia.<br />
Silenciar las armas, dejar las armas, dejar de emplearlas no es abandonar el<br />
proyecto de cambio y transformación que se ha levantado durante 50 años. A<br />
la vida política civil, los antiguos insurgentes ciertamente vendrán sin armas,<br />
pero no sin ideas de cambio y voluntad de transformación.<br />
Las agendas acotadas que están sirviendo para negociar la terminación<br />
del conflicto armado dejan perfectamente claro que sigue pendiente una<br />
agenda más sustantiva e integral. Efectivamente, la paz es un proyecto de<br />
país. Las insurgencias vienen a la vida civil a construir, junto con otros, utilizando<br />
medios de lucha civil, un movimiento muy amplio que pugne por una<br />
democracia radical, democracia de alta intensidad, democracia gobernante<br />
y constituyente.<br />
6 Lo expresó así Pepe Mujica, expresidente de Uruguay, en el Segundo Foro por la Paz de Colombia adelantado en<br />
Montevideo, entre el 5 y el 7 de junio de 2015.