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Negociación Gobierno-ELN. Y sin embargo, se mueve<br />
El debate nacional acerca de la importancia y necesidad de sentarse a negociar<br />
con el ELN suele girar en torno a tres elementos: primero, una apreciación sobre su<br />
historia y su composición política. Esa percepción supone que el ELN es, en líneas<br />
generales, una organización que ha supeditado lo militar a lo político, que por lo<br />
tanto no se mide en la correlación hombres/mujeres-arma y, en esa medida, tiene<br />
una trayectoria distinta de negociaciones con los gobiernos, una forma específica<br />
de relacionarse con la población y por lo tanto una idea particular de lo que significa<br />
un acuerdo, cualitativamente distinta a la de otras organizaciones insurgentes.<br />
Segundo, la relevancia que le ha dado desde el inicio de las exploraciones<br />
a la inclusión de lo que se suele llamar sociedad civil. Dicho de otra manera,<br />
en este proceso existe un énfasis distinto con respecto a la participación de organizaciones<br />
políticas, movimientos sociales, coaliciones y otra multiplicidad<br />
de expresiones organizativas que no son armadas pero sí plantean, desde hace<br />
décadas, posiciones políticas críticas en determinados territorios y contextos.<br />
Aunque este elemento de debate se ha visto como un reto de difícil solución, es<br />
realmente un punto crucial, una posibilidad que puede enriquecer las formas<br />
de discusión y que apela a una noción de democracia-participación-decisión,<br />
no necesariamente igual a la que existe en los diálogos de La Habana.<br />
El tercer elemento es el principio de complementariedad con las negociaciones<br />
que se encuentran ahora mismo en curso. Es parte de una suerte de necesidad<br />
transicional, es decir, de los requerimientos lógicos de asumir las posibilidades<br />
de todo el gran aparato transicional y las intenciones del posconflicto.<br />
La pregunta clave en este último elemento es cómo ir articulando los<br />
avances de las “dos mesas” o dos procesos hacia un solo entramado transicional<br />
dispuesto para un escenario de posacuerdo. De nuevo, se hace necesaria la<br />
creatividad para pensar de manera integral los acuerdos de los puntos de las<br />
FARC-EP, base para un nuevo momento refrendado, y los puntos del ELN, en<br />
sí mismos una búsqueda de la participación activa como garantía del diálogo.<br />
Las anteriores son posiciones más o menos establecidas y aprehendidas<br />
por buena parte de quienes consideramos fundamental, para el futuro, parar<br />
la guerra. Por lo demás, continuaremos con ellas. En consecuencia, este escrito<br />
quiere explorar alrededor de lo que permite establecer una negociación con tal<br />
insurgencia. Dicho de una manera más plana, queremos indagar el siguiente<br />
problema: asumiendo esos tres elementos generales: ¿qué posibilidades se abren<br />
con las negociaciones?<br />
Ficciones del posconflicto<br />
El posconflicto es ante todo una promesa. En el futuro imaginado en la<br />
palabra posconflicto es posible localizar una pléyade de figuras, algunas míticas