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Liberación para la paz | 29<br />
que concitar un levantamiento general de todo el pueblo, que deponga a la clase<br />
dirigente y tome el poder en todos los escenarios.<br />
Las conversaciones de los últimos meses lo persuadieron de que debía<br />
entrar en la guerrilla y hacer pública su decisión desde las montañas, pues se<br />
convenció de que a partir de esa opción tendría la autoridad pública para llamar<br />
con sus proclamas y conseguir la insurrección general del pueblo colombiano<br />
contra el sistema. Sin embargo, es obvio que su opción no fue por la guerra, sino<br />
por el símbolo de ponerse al lado de quienes arriesgan la vida para que el sistema<br />
cambie, convencido de que en el corto plazo esta decisión suya produciría el<br />
levantamiento general. Camilo sufrió internamente por la contradicción entre<br />
matar a los soldados campesinos y el principio cristiano de amor al enemigo y<br />
respeto a la vida.<br />
Camilo Torres no fue el único que quedó metido en esta ilusión de la insurrección<br />
general. Jacobo Arenas, en las FARC, veinte años después de haber<br />
comenzado su lucha, seguía convencido, según lo mostraban sus discursos<br />
pedagógicos a los camaradas guerrilleros, de que gracias a la persistencia y a<br />
la claridad de la guerrilla el pueblo estaba madurando y que se vendría pronto,<br />
antes de terminar los años 80, la insurrección general.<br />
Yo no sé si Camilo alcanzó a tomar conciencia plena de lo interminable<br />
de la guerra a la que había llegado y de lo inevitable de su degradación. Pero<br />
debió darse cuenta de que nunca ocurriría el levantamiento general de todo el<br />
pueblo, que él soñó producir con su símbolo de tomar las armas y sus proclamas<br />
desde la montaña. Al contrario, las mayorías de las bases populares quedaron<br />
perdidas “como ovejas sin pastor” porque el pueblo estaba hastiado del camino<br />
de la violencia. Las minorías intelectuales que recibieron los mensajes del Cura<br />
Guerrillero entraron en disputas sobre la conveniencia, la necesidad y las formas<br />
de la guerra: unas personas tomaron el camino de las armas, mientras la mayoría<br />
acrecentó la izquierda política. Pero nunca hubo la insurrección esperada por<br />
Camilo al optar por ser guerrillero.<br />
Y nunca he dejado de pensar en las luchas internas que vivió Camilo, un<br />
ser directo, honrado y claro, al encontrarse con la personalidad impredecible,<br />
dura y difícil de Fabio Vázquez Castaño. Camilo había quedado atrapado y el<br />
camino que él buscó fortalecer desde el ELN iba a necesitar cincuenta años para<br />
liberarse del atrapamiento de la confrontación armada degradada y sin salida y<br />
para abrirse al proceso eficaz de tomar la iniciativa de una paz negociada desde<br />
la cultura política de la organización.<br />
Hoy, el pueblo victimizado grita en todas partes: “paren esa guerra, párenla<br />
de todos los lados. Párenla ya”. Habría que ser sordo social y políticamente para<br />
no escuchar este clamor en toda Colombia, que gritaron 30 mil personas de todos<br />
los sitios de la guerra en Barrancabermeja hace 4 años y clamaron los indígenas