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Y SIN EMBARGO SE MUEVE

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Algunas condiciones e incertidumbres | 93<br />

plenas garantías, de seguridad, jurídicas, políticas y sociales, a una agenda de<br />

transformaciones de diverso orden, represada y negada durante años. Así, el<br />

ELN puede dejar la opción armada para la conquista del poder e incorporarse<br />

a la lucha política democrática.<br />

Esto significa para el Estado reconocer al ELN como una fuerza militar y<br />

como un interlocutor político válido, con el que algunos sectores de la sociedad<br />

se sienten identificados. Aceptar que tiene por tanto un cierto poder militar,<br />

político y social y que en consecuencia no asiste a las conversaciones en condiciones<br />

de rendición. También le significa comprometerse a honrar los acuerdos<br />

a los que se llegue y, de manera decidida, con su implementación.<br />

Para el ELN, significa admitir la imposibilidad de la opción armada para<br />

conquistar el poder, concebir la Constitución como punto de partida (luego<br />

podría modificarse), entender las vetas de transformación positiva de esta democracia<br />

imperfecta, deficitaria en derechos, en institucionalidad y en ciudadanía,<br />

y considerar viable una transición en esa dirección.<br />

*****<br />

Tenemos incertidumbres. Ellas surgen, en primer lugar, ante la comprobación<br />

incapacidad del gobierno Santos de tratar de manera consistente a las<br />

insurgencias como interlocutoras válidas. A eso se agrega que, aunque en el<br />

diálogo con las FARC se defina un “techo de negociación” que el gobierno no<br />

quiere/no puede traspasar, hace falta aceptar al ELN como una organización<br />

autónoma y no como un “hermanito menor” de las FARC.<br />

Hay una segunda incertidumbre: la débil capacidad/voluntad gubernamental<br />

de someter a las élites locales y a las fuerzas de la derecha, acostumbradas a<br />

la “combinación de todas las formas de lucha”, para crear condiciones adecuadas<br />

a la implementación de los acuerdos y garantizar una agenda de la transición.<br />

En el terreno del ELN hay también dudas. Surgen de conocer indicios de<br />

que este no parece haber llegado a la decisión, previa a la negociación, de que el<br />

fin del conflicto implica necesariamente la renuncia a la utilización de las armas<br />

en la lucha por el poder. El ideario del ELN incluye la noción de las armas como<br />

instrumento y no como fin. Sin embargo, estas hoy parecen haberse sacralizado,<br />

de manera que lo que gira alrededor de ellas ha sido un obstáculo de peso para<br />

iniciar negociaciones formales. Algunas personas pueden suponer que el ELN<br />

apuesta más a una negociación en el futuro y que cree que en ella tendrá mayores<br />

posibilidades de lograr ganancias que en este momento histórico.<br />

La segunda duda en este terreno corresponde a la insuficiente comprensión<br />

que parece haber en la insurgencia de las diferencias entre el ELN como organización<br />

político-militar y las organizaciones sociales y populares. A pesar de<br />

su declaración de respeto por las organizaciones de la sociedad, el ELN parece

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