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Territorios donde venimos construyendo la paz | 211<br />
(Constitución Política), los consejos comunitarios en el caso de las comunidades<br />
negras o afrocolombianas (ley 70 de 1993) y las Zonas de Reserva Campesina,<br />
ZRC (ley 160 de 1994), han generado conflictos de distinto orden. Lo que los<br />
medios de comunicación y algunos escenarios académicos denominaron de<br />
manera parcializada “conflictos interétnicos”.<br />
La disputa territorial tiene su base conflictiva en la escasez de tierra. Es<br />
menor el porcentaje de enfrentamientos donde la contienda por las tierras se da<br />
entre poblaciones campesinas étnicamente marcadas y no marcadas y mucho<br />
mayor, donde las tierras productivas están en manos de grandes propietarios<br />
promotores de la agroindustria. Así mismo, el caso permite profundizar en los<br />
conflictos que se generan alrededor de los mecanismos de gobierno y autoridad<br />
en relación con estas figuras.<br />
Territorio no es lo mismo que tierra. Si la última es algo que se posee y se<br />
puede comprar y vender, el territorio es inalienable, no porque tenga una condición<br />
jurídica, sino porque se trata menos de una cosa y más de una relación. El<br />
territorio es el espacio de la vida cotidiana y por eso en él se concentran el sentido<br />
del presente, la memoria del pasado y la intuición del futuro. En esa perspectiva, es<br />
continuo y discontinuo a la vez. Además, el territorio no puede ser solo individual,<br />
por tratarse de un decantado de relaciones sociales; trasciende a las relaciones<br />
con los congéneres e incluye las relaciones con los otros seres naturales. Y para<br />
muchos, las que hay con los otros seres vivos y con los seres espirituales.<br />
4. En muchas regiones, la vida cotidiana se despliega en espacios diversos,<br />
no solo terrestres. La cotidianidad de los pueblos de pescadores, tanto de los<br />
ríos como del mar, se construye en el agua.<br />
Las prácticas productivas ligadas a la pesca se arraigan en saberes locales<br />
sobre los distintos cuerpos de agua (ríos, ciénagas, caños, playones, la costa y<br />
el litoral), así como sobre las formas de vida que allí se reproducen. En el río<br />
Magdalena, por ejemplo, los pueblos anfibios que describió Orlando Fals Borda<br />
conservan unas formas de territorialidad particular que han sido históricamente<br />
consideradas bienes comunes. Ellos los llaman acuatorios. En la práctica política<br />
de estos pueblos, la defensa de la vida campesina-pescadora emerge como<br />
defensa de esos acuatorios, ante la amenaza de despojo por parte de actores<br />
privados. Concretamente, frente a grandes propietarios ganaderos que desecan<br />
ciénagas y pantanos como mecanismo de apropiación de un espacio que no<br />
tiene dueño legal. Así mismo, la defensa de los acuatorios se ha convertido en<br />
respuesta a otros proyectos de intervención que amenazan la reproducción de<br />
esa vida de los pescadores y de esos ecosistemas.<br />
La defensa del territorio aparece como respuesta a proyectos e iniciativas<br />
de carácter estatal o privado que pretenden intervenir los espacios habitados<br />
por estas comunidades, desconociendo las formas de vida locales y por lo tanto,