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Negociación Gobierno-ELN. Y sin embargo, se mueve<br />
zación espera a pactar con el gobierno en una mesa de negociaciones. Naturalmente,<br />
no se incluirán todas aquellas por las que propugna el ELN, pero sí las<br />
que considere cruciales. Cambios de ese tipo se están tratando en La Habana<br />
(reforma agraria integral, por ejemplo) y es presumible que se acuerden puntos<br />
medios satisfactorios. No en vano, es en eso, precisamente, en lo que consiste<br />
una negociación política para el fin del conflicto armado interno: dos fuerzas<br />
que no son simétricas acuerdan discutir, con respeto e interlocución asertiva,<br />
algunos problemas de fondo que pueden contribuir, de transformarse, a eliminar<br />
el caldo de cultivo de la violencia política.<br />
Si las cosas terminaran allí, habría dificultades, pero todo sería solucionable<br />
en una negociación seria y respetuosa. El problema, al parecer está en<br />
lo que el ELN considera el momento adecuado, el momento justo y oportuno<br />
para el trámite de dichas reformas y que otorga a los diferentes momentos que<br />
dicho trámite implica. Las dificultades se acrecentarían si el ELN exige que las<br />
transformaciones pactadas se piensen, cursen, consoliden y verifiquen antes<br />
de aceptar dar un paso cierto en la finalización del conflicto armado interno.<br />
Eso último significaría, simplemente, dos cosas: una, que el conflicto armado<br />
interno no terminaría antes de diez, veinte o treinta años, cuando presumiblemente<br />
lo pactado como cambios sociales esté consolidado y verificado, lo que sería<br />
prácticamente inaceptable para muchos sectores: establecimiento, comunidades,<br />
comunidad internacional y un largo etcétera; dos, que el ELN atribuye para sí<br />
mismo la prerrogativa de ser el veedor de los cambios que deben ocurrir en el<br />
país; esto puede ser válido ideológicamente para el ELN, pero es difícil encontrar<br />
su validez en la política real. Y podría constituirse en un obstáculo insalvable,<br />
entendido rápidamente así por muchísimos sectores nacionales e internacionales,<br />
con lo que perdería buena parte de su poder argumental en una negociación.<br />
El fin del conflicto armado interno<br />
Llegamos así al tercer punto, decisivo: el del desarme, desmovilización,<br />
dejación de las armas, no uso de las mismas o como se pueda denominar. Por<br />
un momento hagamos abstracción de la fórmula precisa que puede satisfacer a<br />
las partes y centrémonos en el hecho concreto de que no habrá, por insostenible<br />
militar y políticamente, nacional e internacionalmente, una paz armada. Aceptar<br />
que el fin del conflicto armado es el objetivo último final de una negociación<br />
(sea la de La Habana y/o la que se adelante con el ELN) no significa, en modo<br />
alguno, que el Estado persiga un propósito de rendición del ELN. Solucionar esos<br />
problemas será, nuevamente, un asunto de la racionalidad que logre alcanzarse<br />
en una negociación respetuosa, donde sean incuestionables la importancia del<br />
otro y su condición de interlocutor válido.