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Diáspora y participación política en el proceso de paz | 129<br />
por los derechos de los migrantes, la paz y la defensa de los derechos humanos<br />
en Colombia. Estas actividades organizativas se están poniendo al servicio del<br />
fin de la guerra y en muchas de ellas, exigiendo la concreción de los derechos<br />
a la verdad, la justicia, la reparación y la no repetición. Allí participan diversas<br />
organizaciones y partidos políticos de todas las tendencias o movimientos, como<br />
el de los “Exiliados perseguidos por el Estado y el paramilitarismo colombiano”<br />
o el “Foro Internacional de Victimas (FIV)”.<br />
La participación de la diáspora en la Mesa de negociaciones entre el ELN y<br />
el gobierno colombiano debe darse principalmente a partir de esta comunidad<br />
organizada y en su representación deben estar todos los sectores (mujeres, migrantes<br />
económicos, personas exiliadas políticas, jóvenes) y todas las regiones,<br />
dado que las condiciones del exilio varían de acuerdo con los países de residencia.<br />
Para tal fin, las diversas expresiones organizativas de la diáspora deben ser<br />
reconocidas como sujetos políticos activos en los diálogos, en la construcción<br />
de la paz y en la definición de las políticas públicas que les competen tanto a<br />
quienes retornan, como a quienes desean quedarse en el exterior.<br />
Además de la Mesa entre la insurgencia y el gobierno, es necesario habilitar<br />
otros espacios como la “Mesa de la sociedad para la paz” que se dinamiza actualmente<br />
en Colombia por diversos sectores. En el caso de la migración, adelantar<br />
foros consultivos transfronterizos, paralelos a las negociaciones oficiales, para<br />
que aporten iniciativas vinculantes que le permitan tener una voz autónoma<br />
y autentica en el proceso. Estas prácticas estarían dotadas de herramientas de<br />
comunicación que, aprovechando la tecnología, sean capaces de promover la<br />
discusión y el intercambio. A este nivel hay que tener en cuenta otras experiencias<br />
en las que las diásporas han desempeñado roles importantes favoreciendo<br />
la paz y los acercamientos, como en los casos de Irlanda del Norte y Etiopía.<br />
En la concreción de esa dinámica, es necesario redefinir el concepto de<br />
víctimas: la Comisión Colombiana de Juristas dice que debe abarcar tanto a<br />
aquellas personas perseguidas directamente por motivos religiosos, políticos,<br />
raciales, de pertenencia a alguna organización o por sus opiniones políticas,<br />
como a aquellas que, según lo establece la declaración de Cartagena, salieron<br />
por sentirse amenazadas en razón a la violencia generalizada, a los conflictos<br />
armados internos, la violación masiva de derechos humanos o por circunstancias<br />
que hayan perturbado gravemente el orden público (Tacha, 2012).<br />
Para facilitar la participación de la diáspora, el Estado colombiano y las<br />
organizaciones de migrantes y refugiados deben hacer contacto con las autoridades<br />
de los países de acogida, las instituciones multilaterales del circuito de<br />
Naciones Unidas y en general con la comunidad internacional. Se requiere,<br />
además de los recursos técnicos y financieros que posibiliten la creación de<br />
espacios de debate y organización, de disposiciones legales que no menoscaben