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¿Además de deseable, posible? | 65<br />
negociación; este planteamiento programático de democracia radical o directa,<br />
de estirpe “soviética”, no en el sentido obrero que solía atribuirle el partido<br />
bolchevique, pero sí en el de la toma directa de las decisiones y, por tanto, del<br />
ejercicio directo del poder (obrero, popular o comunitario, según fuera el caso)<br />
por parte de las organizaciones que representaban directamente al pueblo, era<br />
de gran fortaleza propagandística para el ELN y sus sectores de influencia, pero<br />
tenía serias dificultades para ser puesto en práctica.<br />
Estas dificultades eran muchas y de mucho peso. En primer lugar, aunque<br />
se presentará –como se presenta en el país-- una importante experiencia de<br />
organización popular en torno a reivindicaciones de fondo, en una especie de<br />
adelanto de esa profunda conflictividad social que caracterizará al posconflicto,<br />
no había —ni hay— hechos ciertos que hagan a suponer que se generará un<br />
movimiento masivo de la gente, representativo en todo el país, que coincida<br />
con la negociación y se articule explícitamente a ella. En otras palabras: la gente<br />
no parece estar dispuesta a incluir sus reivindicaciones como parte de las negociaciones<br />
del ELN y lo más probable es que esto sólo pueda ocurrir en casos<br />
aislados y en lugares donde el ELN tiene mucha influencia. Pero, repetimos, no<br />
hay indicios de que las cosas puedan ir en esa dirección.<br />
Por supuesto, eso lo sabe el ELN, pues prácticamente no existe posibilidad<br />
de que actúe con ingenuidad frente a un tema de tanta importancia. Tal vez lo<br />
haga de manera radical, con mucho peso específico de la ideología, pero no con<br />
ingenuidad. Respetar al ELN como un interlocutor válido en una negociación<br />
política con el Estado pasa, entre otras cosas, por comprender que puede haber<br />
mucha distancia con sus planteamientos, que en ellos no hay ni ingenuidad, ni<br />
una distancia epistemológica tal que les impida actuar con racionalidad.<br />
La salida, entonces, será encontrar ese justo punto medio de racionalidad<br />
en el que el ELN pueda medir lo que realmente piensa y está dispuesta a hacer<br />
la gente en la participación política; además, de encontrar una fórmula en este<br />
aspecto , sin ser igual a la que se utilizó en La Habana, logre imprimirle un talante<br />
asambleario que coadyuve una salida racional: la negociación es, al final<br />
de cuentas, entre el ELN y el gobierno y la gente participará con limitaciones<br />
que son totalmente independientes de la voluntad política de las partes.<br />
Las transformaciones necesarias para la paz,<br />
su trámite y verificación<br />
En el segundo punto clave, el de las transformaciones necesarias para la paz, la<br />
situación es igualmente complicada, pero no insoluble. Los cambios requeridos<br />
en función de construir la paz son, dichos en términos algo reduccionistas,<br />
aquellas reformas que hacen parte del programa del ELN y que dicha organi-