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Y SIN EMBARGO SE MUEVE

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Negociación Gobierno-ELN. Y sin embargo, se mueve<br />

momento), manteniéndose al margen de crímenes de guerra que hayan cometido.<br />

La agenda que levantan no es propiedad del ELN, es del país (2015, p. 21).<br />

Con un punto de vista similar, Alejo Vargas (2014) habla de evitar reducir<br />

al terreno de lo militar los análisis sobre la correlación de fuerzas, al mirar el<br />

proceso en el que está inscrito el ELN. Allí está, dice Alejo, el error histórico<br />

de los gobiernos frente un proyecto en el que, como también dice de De Currea-Lugo,<br />

“las armas son sólo la punta de iceberg”.<br />

Sobre este tema, Carlos Velandia, ex integrante del ELN, y Luis Eduardo<br />

Celis coinciden en poner su acento en el diagnóstico sobre la oportunidad<br />

política. Velandia (2014) habla de un cambio de época por el que, de hecho,<br />

estaríamos transitando. Según él, la situación de América Latina es un síntoma<br />

tanto del agotamiento de la vía de las armas, como de las posibilidades para<br />

mayores conquistas en el terreno de las transformaciones profundas que requiere<br />

el pueblo colombiano. Luis Eduardo Celis (2014) anota un elemento insoslayable:<br />

el conflicto se volvió antieconómico, de manera que por su continuidad “se<br />

están perdiendo cuantiosos recursos, en una economía que requiere expandirse<br />

y no lo puede hacer al ritmo que se requiere”.<br />

Con este mapa inicial, es inevitable hacerse la pregunta del millón: ¿es posible<br />

un verdadero proceso de solución política con el ELN, es decir, con cambios,<br />

y con los que corresponden a la real existencia del ELN, o estamos sólo ante la<br />

inminente trampa de un futuro determinado por un plan de enriquecimiento<br />

en marcha llamado “posconflicto”?<br />

La pregunta no es nueva, por supuesto. En este punto, casi nos podemos<br />

transportar a 1989, a una mesa de discusión de la Coordinadora Guerrillera<br />

Simón Bolívar sobre el proceso de paz y sus posibilidades reales. ¿Qué ha cambiado<br />

desde entonces?<br />

Considero necesario señalar la importancia renovada del reconocimiento<br />

que ha alcanzado la victimización en el país, vinculada con la legitimidad del<br />

conflicto mismo, de los procesos de solución política y de los acuerdos posibles.<br />

Gracias al esfuerzo de múltiples sectores, asistimos, también en nuestro<br />

contexto, al “cambio epocal en el significado de los sufrimientos”, del que habla<br />

Manuel Reyes Mate (2008), a propósito de las guerras mundiales. Las víctimas<br />

han dejado de ser, por lo menos en el discurso, el costo aceptable del progreso<br />

(y de la guerra), de acuerdo con el retrato hecho por Walter Benjamin. De este<br />

modo, si se considera la crisis humanitaria como una emergencia seria, la paz<br />

resulta siendo un imperativo que no puede hacerse depender fácilmente de la<br />

correlación de fuerzas militares en conflicto. En este sentido, puede constatarse<br />

la manera en que el tema ha debido asumirse en los diálogos de la Habana: en<br />

cuanto variable fundamental en asuntos centrales de la solución política, como

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