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Entre prójimos - Latin American Network Information Center

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112 KIMBERLY THEIDON<br />

"Las mujeres como yo": Hualla, entrevista y notas de campo, abril de 2003<br />

Una mañana muy temprano salí a caminar por las calles de Hualla disfrutando del silencio<br />

que todavía suavizaba los bordes de ese pueblo tan conflictivo. Subiendo una colina me<br />

encontré con la señora Giovana Valenzuela, una mujer de mediana estatura, gordita y<br />

trigueña. De inmediato me llamó: "Señorita ven, quiero conversar contigo". Cuando me<br />

acerqué, me dijo: "Llakiytam huillakuyta munaryk"i [Quiero contarte mi pena]. Sin<br />

embargo, al mismo tiempo me manifestó que no tenía tiempo en ese momento y me pidió<br />

que regresara la mañana siguiente: "Vienes, te espero, voy a estar preparando desayuno".<br />

Nos despedimos, habiendo acordado conversar al día siguiente.<br />

Al amanecer fui a su casa. Entré para encontrar a Giovana rodeada de niños. Luis, uno<br />

de sus hijos, me invitó a pasar y Giovana, sus dos pequeñas hijas y una de sus nietas me<br />

dieron la bienvenida desde su cocina. Dijo que vivía sola con sus hijos y con su nieta, y la<br />

noté muy ocupada porque Luis, de diez años de edad, y uno de sus vecinos tenían que ir a<br />

la estancia a traer burros para la cosecha. Giovana se apresuraba en preparar una ración de<br />

comida para su hijo.<br />

Al cabo de un rato, me hizo pasar a su cuarto diciendo: "Pasa aquí, aquí vamos a<br />

conversar sin que mis hijos nos escuchen. Pero me tienes que esperar aquí porque la otra<br />

vez estaba conversando con mi vecina y mi hija escuchó y ella ya estaba conversando en<br />

la calle con otros niños lo que yo había conversado. Por eso no quiero que nos escuchen".<br />

Mientras decía estas palabras, la noté un tanto preocupada pues pensaba, tal vez, qué<br />

decirme. Reiteró que la esperara. Me sirvió una taza de quaker con leche antes de volver a<br />

sus quehaceres; la taza caliente comenzó a descongelar mis manos.<br />

Al cabo de media hora, salió de su cocina y se sentó a mi lado. Apresuradamente sacó<br />

su bolsa de coca y de inmediato empezó a chakchar. Dando un suspiro, dijo: "Espera, no<br />

grabes. Ah, señorita has visto cuánto sufro sola, mi pena es tan grande porque tengo que<br />

cargar todo sola". Mientras chakchaba más coca me dijo que era muy temprano para<br />

empezar a hacerlo pero que lo necesitaba antes de empezar la entrevista.<br />

Escuchamos pasos y notamos que una de sus hijas empezaba a entrar. Giovana le<br />

llamó la atención suavemente, la detuvo y cerró la

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