Entre prójimos - Latin American Network Information Center
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11/ LA AMBIGÜEDAD DE LA VIOLENCIA 169<br />
comunicada en 1998 cuando entrevistamos al teniente Valka, quien había estado<br />
estacionado en Ayacucho y en la selva por diez años durante la "guerra contra la<br />
subversión". La rotación lo había traído una vez más a Carhuahurán, antes de salir hacia<br />
la selva para buscar a la guerrilla. Disfrutó entreteniéndonos con sus cuentos sobre la<br />
guerra, narrados sin una lágrima porque "Soy un gitano y los gitanos nunca lloran".<br />
Nos aseguró que después de todos esos años, algunos de los pagos de Carhuahurán<br />
todavía colaboraban con Sendero, y que él sólo estaba esperando hasta tener suficiente<br />
información para probado. "Deben saber, no hay un medio en esta guerra. Esta gente está<br />
con nosotros o está con Sendero". No le dijimos que, de hecho, existía un espacio liminal<br />
para aquellos que simplemente no querían tener nada que ver con la guerra o para el<br />
creciente porcentaje de campesinos que estaban fatigados por la misma.<br />
Finalmente, más allá de las doctrinas que militarizaron la vida cotidiana y de la<br />
resolución de los conflictos de manera letal, recurren a otras explicaciones para las<br />
atrocidades que ellos han cometido y a las que han sobrevivido. Un comunero de Cayara<br />
nos dijo: "¿Por qué será que la gente de nuestra raza se convirtió así en hombres<br />
despiadados? Dicen que tragaron drogas. Dice que tragaron drogas, pues. Drogas en<br />
forma de pastillas. Ah, así es pues. Ya uno se convirtió en otra persona, ya no tenía<br />
sentido. Ya era loco".<br />
De modo similar -y hablando de sus propias acciones- un ex cabecilla en Tiquihua<br />
contempló su pasado con la cabeza gacha: "Habrá sido el agua que tomamos o quizás la<br />
sangre que corre por nuestro cuerpo. Quizás sea eso que nos haya hecho tan malos, tan<br />
demonios". Así, también atribuyen las atrocidades que cometieron a un "estado alterado",<br />
sea por las drogas, el Diablo o, sencillamente, la envidia y el odio que se desbordaron con<br />
resultados tan letales.<br />
"La violencia civilizadora"<br />
Antes de la violencia política no sabíamos hacer nada. Éramos<br />
ignorantes. Pero es a partir de esa fecha que recién sabemos<br />
hacer algunas gestiones, gracias a todo lo que ha pasado. Seguro<br />
Papá Dios nos ha mandado como una prueba.<br />
FORTUNATO HUANUCO, HUAYCHAO