Entre prójimos - Latin American Network Information Center
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15/ "COMO SI NUNCA HUBIERAN MATADO A GENTE" 239<br />
alguien había dibujado en un papel para ayudamos a encontrar a sus familiares. Andamos<br />
completamente perdidos. Fue casi imposible encontrar a la gente en los barrios, un<br />
espacio no tan distinto del campo, con los niños pastando sus cabras junto a sus chanchos.<br />
En una de nuestras búsquedas poco alentadoras, encontré a una conocida. Le expliqué<br />
lo que estaba haciendo y me dijo:<br />
Yo soy de Canaria, nací allá, crecí allá pero hace tiempo que no vuelvo. Yo tengo<br />
familia por Tiquihua, Canaria, por esa zona. Pero recuerdo tan poco esa vida, porque<br />
aún estaba muy pequeña. Mis hermanos te podrían contar, recuerdo que ellos se<br />
escapaban de la casa para ir a escuchar las clases que daban los profesores en las<br />
escuelas populares. Les preparaban sobre el partido a todos los jóvenes.<br />
Trató de contactarme con ellos pero fue imposible. Sin embargo, afortunadamente se<br />
acordó de su tío: "Tengo un tío que está mal a causa de la violencia. Le ha afectado tanto<br />
que estuvo postrado por varios años, sólo a base de pastillas y calmantes vive. Él nunca<br />
quiso hablar con nadie sobre su problema. Vaya intentar que te reciba en su casa, pero no<br />
estoy segura cuál sea su respuesta".<br />
Tuve suerte: su tío estaba dispuesto a hablar conmigo y era el mes de diciembre de<br />
2003 cuando me dirigí a su casa. Golpeé en la calamina que servía como puerta. Un<br />
letrero pegado decía: "se aplican inyectables", y supuse que don Fortunato aún estaba<br />
ejerciendo su trabajo como "sanitario en salud". Un hombre adulto de estatura pequeña,<br />
delgado, con un rostro cansado, abrió la puerta.<br />
-¡Buenos días!, ¿es usted el señor Fortunato Quispe?<br />
-Sí, señorita, usted vino a conversar conmigo, ¿verdad?<br />
-Sí, -le respondí. Me condujo adentro casi sin poder caminar.<br />
Arrastraba los pies y sus manos temblaban incontrolablemente. Nos dirigimos al<br />
comedor y me invitó a sentarme a la mesa. Él se sentó enfrente, ofreciéndome un vaso de<br />
chicha de cebada.<br />
El señor Fortunato Quispe tiene 69 años y radica en Huamanga; solamente vuelve a<br />
Tiquihua de vez en cuando para atender sus chacras. Tanto su esposa como sus hijos han<br />
intentado disuadirle de seguir volviendo a su pueblo y ningún miembro de su familia lo<br />
acompaña cuando regresa. Las razones de esta resistencia a la idea de visitar Tiquihua se